Cuestionario Jorge Garaventa
¿En qué medida un niño puede ser, psicológicamente, inducido a relatar un caso de abuso sexual?
Hay dos teorías seudo científicas, la de la alienación parental y la de la co construcción que sostienen la posibilidad de que un niño pueda mentir en el relato de un abuso sexual que podría haber sufrido. Básicamente son similares y mientras una pone todo el acento en la forma en que la madre programa al niño en contra del adulto abusador, la otra hace hincapié en el trabajo para co construir con el niño la falacia acusatoria. Demás está decir que ambas teorías son utilizadas exclusivamente en juicio por las defensas de los abusadores.
En caso de que sea posible inducir a un niño a inventar un caso de abuso, ¿cómo sería posible que sostuviera la mentira en el tiempo?
En el poco probable caso de que un niño mienta en esas circunstancias, el relato cae rápidamente, se torna inconsistente y contradictorio. Pero además, siempre hay circunstancias concomitantes que permiten la validación.
Hago una aclaración fundamental. No es lo mismo relato contradictorio que retractación. Los niños generalmente han sido abusados por un adulto cercano y querido, ya que la seducción ocupa un lugar central. Eso trae como consecuencias un cóctel psíquico explosivo, mezcla de culpa y temor que lleva a retractarse temporariamente de lo que denunció. No entra en contradicciones sino que afirma que todo lo dicho anteriormente era falso. Es importante conocer esta etapa porque luego, a la brevedad, todo vuelve a su cauce y la acusación se sostiene.
¿De qué manera suelen expresar los chicos abusados, los casos de los que fueron víctimas?
La palabra es apenas un recurso mas por el que es posible detectar el abuso sexual infantil. Cuando un niño ha sufrido esa situación lo primero que se advierte es un cambio abrupto de conducta, una regresión a etapas anteriores, enuresis, encopresis, retraimiento, terrores nocturnos, angustias, llantos inmotivados, hiperactividad, distracción marcada, etc. Estos son signos inespecíficos que junto a otros permiten diagnosticar el abuso con claridad, y siempre son específicos indicadores de que algo grave le está ocurriendo al niño.
En el caso del colegio Nuestra Señora del Camino, de Mar del Plata, la Justicia procesó a la psicóloga Ana María Birades, quien atendió a 18 víctimas, y la responsabilizó de “co-construir el relato de los chicos”. ¿Un terapeuta puede tener semejante poder por sobre sus pacientes para armar lo que los jueces denunciaron?
Es un buen ejercicio bajar de Internet el fallo de ese caso ya que es un manual del despropósito. En su momento hice referencia a ello bautizándolo como el de “la ostentación de la impunidad”. El fallo recomienda procesar a las psicólogas Vitale, que es perito oficial y a Birades, que lo fue de parte, y en el caso de esta última recomienda al Colegio de Psicólogos la implementación de un proceso ético. Este pedido fue desestimado por el colegio debido a la inconsistencia de la recomendación judicial y la evidente parcialidad del fallo. Creo que no es necesario profundizar mucho acerca del disparate que sostienen los jueces. Habla de la histeria colectiva de las madres a partir de la angustia de una de ellas y de la inculcación maliciosa a decenas de niños que los llevaron a testimonios coincidentes. En este juicio participaron 22 niños pero los testimonios fueron de 39.
¿Qué consecuencias generó dentro del Colegio Público de Psicólogos que se procesara a una de las peritas? ¿Cuál fue la reacción de las y los colegas?
Se generó un debate interesante ya que inicialmente el rechazo a la demanda judicial no fue ni espontáneo ni unánime, pero la presión de grupos de asociados y del colectivo que trabajaba en el tema logro finalmente una decisión unánime.
¿Cuáles son las principales consecuencias psicológicas que arrastran los menores abusados sexualmente?
Siempre son devastadoras. Algunos autores hablan de sobrevivientes justamente porque se produce un arrasamiento psíquico de tal magnitud que parecen muertos en vida. Si se dan determinadas circunstancias esta situación es superable. Depende del grado de credibilidad con que se reciba su relato, de la contención que le de la familia, de que su palabra circule, y de que la justicia cierre el círculo con la reparación simbólica que significa un fallo condenatorio.
Patricia Perelló, la abogada defensora del profesor Fernando Melo Pacheco, uno de los absueltos por abuso sexual en Mar de Plata, atacó la intervención psicológica: “Por fin queda demostrado que con todas estas porquerías psicologistas no se puede demostrar nada". ¿Qué se puede demostrar, y qué no, con una pericia psicológica? ¿Cómo se sustentan?
La señora evidentemente ni siquiera leyó los fundamentos de la sentencia ya que allí no se cuestionan las pericias sino la impericia de las psicólogas.
La psicología pericial ha alcanzado un desarrollo importantísimo en nuestro país. Son un auxiliar fundamental de la justicia, pero no deberían ser el centro del debate. Lo son porque los jueces no siempre se responsabilizan de sus fallos.
Las pericias pueden validar o invalidar conductas y situaciones con un alto grado de aproximación, pero no confundamos. El perito ni condena ni absuelve.
Según tu experiencia acompañando a muchas víctimas, ¿cómo trata la Justicia a las y los menores que fueron abusados?
Hay loables excepciones pero, lamentablemente, el pasaje de los niños por los tribunales es la historia del maltrato institucional y la victimización, el ningunéo y la invisibilización de su dolor. Casi todos los esfuerzos apuntan a garantizar los derechos del acusado, que sería lo correcto si hubiera correspondencia en relación a los derechos de la víctima.
¿Qué efectos psicológicos genera en las víctimas de abuso que se animan a denunciar su caso la ostentación de impunidad con la que se manejan los abusadores?
La ostentación de la impunidad retrotrae a las víctimas al momento mismo de la perpetración del abuso con el agravante de que vuelve de una esperanza cercenada de que su vida podría ser de otra manera…Se cierra el último horizonte posible…