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Adopción, la orientación, el deseo

 

 Incluído en "Adopción, la caida del prejuicio"- Editores del Puerto- Bs As- Argentina

 

JORGE GARAVENTA

 

 

 

“Un riesgo actual radica en que, quienes tienen responsabilidad respecto de los futuros adoptantes, o de los chicos que se encuentran internados en instituciones y adquirieron condiciones de adoptabilidad, no se decidan a ingresar en sus computadoras las discusiones que acerca de las éticas mantiene el fin del milenio.

 

No es una conjetura: los magistrados y profesionales que no titubean en afirmar”: Yo resuelvo los casos de adopción de acuerdo con mi conciencia" o bien”: Yo actúo de acuerdo con lo que la ética me indica, manteniendo mi neutralidad en cada circunstancia ", constituyen una legión formada por personas peligrosamente conformes con los postulados éticos considerados universales, monolíticos, incanjeables; además, convencidos de que sus decisiones están determinadas, monopólicamente, por sus conciencias.”

Eva Giberti- Las éticas y la adopción. Editorial sudamericana 1997

 

 

...Entonces, dijo inquieto Esteban, esto quiere decir que si yo fuera viudo tendría mas posibilidades de adoptar?

El Juez se movió nervioso en su asiento, hizo un gesto con las manos que bien podrían decir de la resignación... o de la contundencia de su conciencia- Y... si... -, aseveró finalmente...

 

Almudena es una joven española de 19 años, a la que conocí en un foro electrónico sobre adopción. Un día me escribe en privado: “Soy la hija de Manuel y Pablo”, (asiduos participantes del foro), los cuales habían mencionado en su momento que eran una pareja homosexual y eran padres adoptivos de una niña.

El padre biológico de Almudena había abusado de ella desde muy pequeña. Cuando ella tenía 7 años la violó y le produjo un desgarro anal. Ello decidió  a su madre a tomar una drástica decisión para terminar con el problema. Dejó a su pequeña Almudena en la casa de su vecino Manuel, para poder seguir con la convivencia con su marido.

El terror evidente de la niña a retornar a su casa no fue obstáculo para que la justicia intentara institucionalizarla primero y convencer a su madre que la volviera a alojar en su hogar.

Manuel vivía solo. Pasó un tiempo antes de que se le otorgara la guarda primero y la adopción plena mas tarde. En la mitad de este proceso Manuel forma pareja con Pablo con quien empieza a convivir. Para Almudena serán sus padres, los que le dieron una vida digna, la criaron en un clima de amor y respeto y le dieron mas adelante dos hermanos.

A los efectos de este escrito la joven se prestó a mantener largos diálogos por Internet, sea vía mensajero instantáneo o correo electrónico y me envió informes escolares y psicológicos, junto a las presentaciones que en el ministerio público hicieran las asistentes sociales que siguieron de cerca su guarda y adopción.

Los padres de Almudena acaban de adoptar, ahora si como pareja, una niña y un niño. Todos los informes favorables sobre la joven en cuestión derribaron obstáculos impensables para que estos nuevos intentos pudieran hacerse realidad.

 

Justo es aclarar que aunque legislativamente algunas regiones españolas estén un poco mas avanzadas en cuanto a legislación, en el ámbito de imaginario popular persisten las mismas trabas y prejuicios que conocemos en Argentina. Lo cual hace que la adopción o guarda por parte de una pareja homosexual, o un hombre solo sospechoso de serlo dependa fundamentalmente del grado de apertura que pudiera tener el Juez interviniente. Si se trata de una mujer sola las dificultades son infinitamente menores aunque, es bueno decirlo, tampoco es un lecho de rosas.

Aquí, allá o donde sea parece que para el pensamiento judicial y para el patriarcado al cual aquel representa un niño está mas seguro en un instituto de internación que en un hogar que aloje a un homosexual o a un sospechoso de serlo.

El desarrollo psico emocional de Almudena tira por la borda las manifestaciones prejuiciosas acerca de los trastornos identificatorios, labilidad identitaria y sobre todo esquemas preformados de elección de objeto amoroso.

La joven es heterosexual, más, si no lo fuera nada de lo afirmado antes perdería sustento.

La teoría de la degeneración, que hizo escuela largamente en ámbitos científicos y silvestres sustentaba la tesis de que a padres heterosexuales, hijos heterosexuales por lo que un hijo homosexual sería producto de la degeneración de lo normal.

Tributaria de aquella teoría surge esta que dictamina que a padres homosexuales, hijos homosexuales. Almudena y tantos otros conocidos hoy gracias a los estudios de los pediatras norteamericanos (citados seguramente en este libro), serían degenerados. No!, dice el patriarcado, son normales por casualidad pero seguramente profundizando en sus cualidades psíquicas se descubrirán las huellas patológicas de la situación antinatural a la que fueron sometidos.

Para algunas personas es horroroso que se permita que un niño o una niña abandonados sean adoptados por homosexuales. No hay la misma manifestación de horror hacia el maltrato cotidiano, las vejaciones, abusos y violaciones que suelen sufrir a veces en sus hogares de origen, o siempre, en las instituciones de internación.

La pregunta básica que subyace es si la orientación sexual de una persona que quiere adoptar es determinante para sus chances de lograrlo.

Si bien podría argumentarse erróneamente que la cuestión de fondo pasa porque la sociedad determina que el niño debe ser criado en una situación de familia clásica, con roles claros y funciones anatómica y socialmente determinadas, este argumento escatima la cuestión que lo que subyace es la discriminación hacia la homosexualidad, los miedos, los prejuicios y el horror que esto despierta.

La cuestión de que las trabas para la adopción monoparental son infinitamente menores, salvo en aquellos casos en que se sospecha de la orientación sexual del solicitante abonan estos dichos.

El determinar la aptitud de alguien para adoptar, situación que creo que debe establecerse fehacientemente no pasa, al menos desde la perspectiva psicológica por la orientación sexual sino por otras cuestiones entre las cuales el deseo de tener un hijo no es precisamente menor.

Eva Giberti en Mundialización éticas y adopción, un artículo incluído en el libro las éticas y la Adopción hace un recorrido por los conceptos de ética y deseo que nos permite discurrir algunas interesantes consideraciones.

Giberti sacude las estructuras establecidas al hablar de las éticas en lugar de la ética:

 

“...es habitual partir de una convicción (cuyo origen puede estar dado por creencias- Yañez Cortez, 1988) que apuesta a favor de una ética capaz de deslindar de modo inequívoco entre –lo bueno- y –lo malo-; para pensar según ese criterio es preciso sostenerse en pautas universales uno de cuyos referentes es la ética kantiana. Cuando es preciso discernir entre ambos valores (y disvalor) se eligen comportamientos de acuerdo con los contenidos que cada quien adhiere a lo que considera –lo bueno- o –lo malo-, y de dicha elección surge la pretensión de justicia. Estos opuestos promueven la ilusión de lo sencillo como ganancia operativa para definir y calificar hechos complejos de la realidad; pero el análisis epistemológico advierte que la supuesta sencillez no es sino simplificación y reduccionismo.(Bachelard , G., 1972)”

 

Solo para redundar en busca de una mayor claridad explicitaré de que forma lo transcripto se relaciona con lo que vengo diciendo.

Según estipulan los valores universales de consenso, que no es otra cosa que lo aceptado por la mayoría, o el sexo dominante en este caso hay un bien que es la heterosexualidad y un derivado directo que es la familia formada por hombre, mujer, hij@(s). Esto es lo natural, y lo natural, se sabe, se hermana con lo que debe ser. La ética de la naturaleza y el imperativo kantiano se dan la mano.

Será entonces la preponderancia de los valores naturales erigidos como bien común a sostener lo que disponga la juridicidad de las adopciones a admitir.

Por fuera de esto quedan las nuevas subjetividades producto de los veloces cambios a que la sociedad está asistiendo.

Las viejas estructuras tambalean para dar lugar a las nuevas subjetividades como producto de las otras formas de estar en el mundo y de la crisis de los modelos vigentes.

Viene a completar este esquema algo del decir de Elisabeth Roudinesco que hace una serie de controvertidos planteos en su libro la Familia en Desorden.

La psicoanalista francesa dice que el actual desorden es en realidad un nuevo orden que viene a desafiar el orden aparente que imperaba hasta entonces.

Lo que la realidad parece también mostrar es también un interesante movimiento que se produce en el universo homosexual. Puede desde esta perspectiva observar un claro deslizamiento. Hasta pasados los mediados de los 90 la conflictiva predominante estaba fundamentalmente centrada mas en la repercusión intrafamiliar de la orientación sexual que en las perspectivas sociales en las que lentamente se iba legalizando una identidad diferente a la bendecida por el consenso. Una actitud militante de un sector importante afirmó una plataforma que rápidamente fue ocupada por nuevas camadas que ya no solo no desarrollan su conflictiva principal en la legitimación familiar sino que al sentirse plenos en su nueva subjetividad avanzan en la lucha por la conquista de derechos como la unión civil, el casamiento y finalmente la adopción tanto monoparental como por parte de parejas del mismo sexo.

En síntesis, quien forma pareja con alguien de su mismo sexo anatómico no está dispuesto a conceder como tributo punitorio su derecho a gozar de los beneficios del matrimonio, la unión civil o la paternidad/maternidad.

Lejos está hoy, al menos como ideal, aquella terrible escena tan común a  fines de los 80 o principios de los 90 cuando el SIDA y su secuela de muertes condenaba al sobreviviente a una deshonrosa salida por la puerta trasera mientras los deudos oficiales se apropiaban de la escena que incluía bienes y recuerdos. Perdía entonces de forma lacerante no solo a un compañero o compañera sino los recuerdos, los espacios y los bienes compartidos.

Las personas homosexuales tienen hoy entonces toda la legitimidad para la adopción, no obstante lo cual no se puede obviar la cuestión de qué trato depara a los hijos adoptivos de esas uniones nuestra sociedad, tan amante del maltrato, la discriminación y las fobias sectorizadas.

Antes dije que algunos de los planteos de Roudinesco eran controvertidos. Amplío: Ella habla del desorden que provoca que aquellos que cuestionaban la conformación de la familia hoy hacen un importante intento de normalizarse.

Creo que esta definición escatima la cuestión de que los homosexuales no repudiaron. Fueron, y desde allí sufrieron la expulsión el aislamiento y la discriminación del sistema familiar, pero siempre bregaron porque se los considerara “normales” pese a su orientación sexual distinta.

 

Cuando se habla de la posibilidad de adopción por parte de parejas del mismo sexo suele decirse erróneamente que en nuestro país no hay legislación al respecto. Lo cierto es que hay una legislación que taxativamente señala quienes están en condiciones de adoptar, con lo cual el resto obviamente no amerita. Reitero, como lo vengo manifestando en otros temas relacionados que la legislación aporta pero si no se cambia la ideología predominante en el poder judicial poco cambiará. El tema niñez es un exponente clarísimo de esto. Rige desde hace años la Convención Internacional por los derechos de la Niñez, y sin embargo salvo honrosas excepciones la Justicia sigue aplicando la tutelar ley de patronato de 1919.

En síntesis, la esencia de la cuestión no pasa entonces por la orientación sexual del o los adoptantes. Ni siquiera por el estado civil.

En el cierre, cuando no, Eva Giberti viene en nuestro auxilio con un párrafo del libro ya citado. Si bien la cita hace alusión a la esterilidad, creo que amerita:

 

“...Es posible distinguir entre apetito o necesidad de hijo destinado a satisfacer el vacío personal que puede sentir un adulto estéril, del deseo de hijo como aspecto conciente de la autoconciencia parental que apunta a acompañar a una criatura en su desarrollo, aceptando las diferencias que pudieran aparecer...”

 

 

 

Bibliografía

 

Giberti Eva- Mundialización, éticas y adopción- Las éticas y la adopción- Editorial Sudamericana- 1997

 

Roudinesco Elisabeth- La familia en desorden- Editorial Fondo de Cultura Económica- 2003

 

Roudinesco Elisabeth- Reportaje en Actualidad Psicológica- n 320- 2004

 Julio de 2004