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Buonanotte a los Prejuicios

 

Jorge Garaventa

 

Diego Buonanotte no parece un elegido como ejemplo para la juventud que hoy se pretende mostrar. Díscolo, algo rebelde, duro para la disciplina, ha demostrado cada domingo que le interesa mas la camiseta que el dinero, y como aquellos futbolistas de los años 50, se enoja, refunfuña, protesta, se calienta, se hace echar, y se deprime cuando su equipo anda mal, entonces juega peor. Entre su desinterés y sus altibajos, este otro Diego sigue traspirando la banda roja, lejos por ahora, de la vidriera y los millones de la picadora europea.

Muchacho del pueblo al fin, la madrugada navideña lo sorprendió en su ciudad natal, paseando en el auto de su padre y con tres amigos. Ninguna botinera a bordo, ningún hombre de la noche, Diego y tres amigos.

Cuando su auto, mejor dicho el de su padre, fue a dar contra un árbol para cerrar la vida de sus tres amigos, no hubo que esperar mucho para el vómito prejuicioso…joven, borracho, drogado y con exceso de velocidad…se salvó pero mató a los amigos. ..

Una semana después la historia es otra, cero droga y cero alcohol en sangre desnudan la dimensión del prejuicio; y la inoportuna declaración publica de los primeros peritos, que descartan el exceso de velocidad para acentuar deficiencias en la ruta que propician la acumulación de agua que produce el “efecto patito” con el consecuente descontrol del automóvil, confirman la tendencia. Esto último, aunque sea común y frecuente, no es natural y tiene nombre: desidia. Y si tiene nombre también hay responsables: aquellos que deben velar por la seguridad en los caminos  y no cumplen con su deber porque “este tipo de problemas hay en todas las rutas”.

Si Buonanotte se hubiera comportado como se esperaba de él, otra sería la historia. Porque un joven borracho, drogado y descontrolado es un buen telón para ocultar toda la basura que hay detrás de un escenario cuidadosamente armado.

Enero 8 de 2010