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La Docta Ignorancia

Subjetividad y Psicoanálisis

 

Che Caracas, je t´aime

Una lectura personal, caprichosa, arbitraria y tendenciosa sobre el Seminario de Caracas de 1980

 

Lic. Jorge Garaventa

Una frase de la película de Luchino Visconti, Rocco y sus hermanos,  permite puntualizar uno de los aspectos más histriónicos de Lacan. Esta frase, que sin dudas irritaría a muchos lacanianos dogmáticos, seguramente haría sonreír satisfecho al propio aludido. Me refiero a aquella que el protagonista principal repite en varios pasajes del film: "Hay dos maneras de ver las cosas, la mía y la correcta, y las dos son lo mismo." No hay que andar mucho para encontrar parentesco entre este decir y el párrafo con el que Elisabeth Roudinesco abre la introducción  de su escrito"Lacan, esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento": "muy temprano, este hijo de familia católica y apegado a su tierra, impregnado de los ideales de la Francia bien pensante fue animado de un gran deseo de ascenso social e intelectual. Muy de prisa se sintió superior a sus maestros en psiquiatría. Lo era en efecto, y pasó su vida criticando los valores antiguos, los de sus ancestros vinagreros, los de los testaferros de la legitimidad psicoanalítica". Agrego: casi siempre tuvo razón.

Con esta breve caracterización intento ubicar la cuestión en su punto justo, en una meditada equidistancia entre el antilacanismo y el dogmatismo. Si hubiera alguna necesidad de situar teóricamente este escrito en relación al movimiento generado por el maestro francés creo que podría estar cerca de lo que en su momento se llamó “grupo post lacaniano”, cuya consigna fue "Ni sin Lacan ni sólo Lacan", que, como dice Fernando Uribarri, es una "constelación compuesta por los más importantes autores franceses de la llamada ‘tercera generación’ posterior a Lacan. Se trata justamente de aquellos que, habiéndose acercado tempranamente a él, y habiendo sido incluso sus primeros discípulos dilectos y sus colaboradores fueron rompiendo con él a mediados o fines de la década del 60 (...)".”Hablamos, entre otros, de Laplanche, Pontalis, Rosolato, Anzieu, Green, Mac Dougal, Major, Aulagnier, Castoriadis y otros.”

Sostengo, no obstante, que estos alineamientos y rupturas son políticos en relación a manejos de escuela; que la cuestión teórica pasaba y pasa por otro lado y que hay aportes individuales, de miembros de las distintas corrientes, insoslayables para una buena formación psicoanalítica y psicoterapéutica. Cursé más de la mitad de mi carrera antes de la última dictadura militar. Auge del estudio y profundización de Freud y sus discípulos directos. Tempranamente descubrí la intensa admiración que Freud tenía por Jung y su magistral pericia para diagnosticar y teorizar cuestiones psicopatológicas. Un día llega a mis manos un reportaje a Jung en forma de libro, donde éste, preguntado por el entrevistador por las diferencias de fondo con Freud dijo: "Podría decir muchas cosas, lo resumo, Freud y yo éramos dos personalidades demasiado fuertes para compartir el mismo escenario”. Es decir,  no siempre las divisiones escolásticas tienen este fundamento, pero sí las suficientes como para estar atentos.

Sobran ejemplos en la historia del psicoanálisis y no nos faltan en nuestra tierra, partiendo de aquellos cismas originarios de la APA, en los albores setentinos donde Plataforma y Documento rompen con la entidad madre y ve la luz ese maravilloso manifiesto que los primeros publicaron bajo el nombre de “Cuestionamos”. El marxismo apoyaba sus pies en el movimiento freudiano y producía un temblor inimaginable tiempo antes. Disfrazada un poco más de desentendimiento científico, otro desprendimiento de la APA, pero con traje y corbata o trajecito, y que no cuestionaba la dependencia internacional, da lugar a APdeBA. La IPA decidió no perder tajada y cobijó a las dos instituciones bajo su paraguas protector. Había algo de diferencias científicas, un caldo de cocción no desdeñable de posicionamientos políticos diferentes, pero mucho de distancias personales. Tampoco todo es narcisismo de las pequeñas diferencias, concepción que a veces se esgrime para banalizar ricos y necesarios debates.

Probablemente estas referencias se agiten ajenas y distantes en el lector, pero son de cita imprescindible, ya que caracterizan las pasiones previas y posteriores a la visita a Venezuela, y hasta podríamos agregar…la razón…Sin esto es bastante difícil entender porqué el viejo Lacan cruzó el océano y a qué estaba respondiendo cuando dijo lo que dijo.

La cuestión es que no por muy dicho deja de ser cierto que desde el célebre discurso de Roma se traza una línea a partir de la cual ya nada será lo mismo en psicoanálisis. En “Los escritos técnicos de Freud”, el seminario freudiano por excelencia, Lacan juega a emprender un retorno a Freud en el que nunca se embarcará totalmente, pero que, a su vez, pone blanco sobre negro la inversión de la clínica que se operaba bajo el nombre de psicoanálisis. Lacan plantea, en un ensamble de perplejidad e ira, que se han alisado las aristas del método, el filo cortante se ha destemplado; es decir, el psicoanálisis ya no lastima, ha dejado de ser aquello que hace estragos en el sujeto distraído. No se le muestra que está en otro lugar, se le dice "tenés que estar atento". En "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", Lacan plantea de forma compleja lo que reitera con absoluta claridad y simpleza en el Seminario 1: lo que tiene de científico el psicoanálisis se lo debe a Freud y la práctica se ha bastardeado a tal punto que lo que era un elemento de crítica y cuestionamiento personal se ha trocado en aliado de la adaptación. Hemos visto con los años que los intentos apuntan siempre al mismo lugar; disimular la etiología sexual de las patologías mentales, negar la existencia sexual de la libido.

Estoy convencido en este punto  que Lacan no quiso dar, en ese momento, los bordes de los años 50 del siglo y personal, una batalla que ya vislumbraba con Freud. Su crítica a la segunda tópica, apenas insinuada en el Seminario 1 se expresa con claridad en el discurso de Caracas en 1980. Roudinesco relativizará las últimas intervenciones de Lacan diciendo que él ya no escribía. Otra vez, la teoría del cerco intenta disimular las diferencias con un maestro.

Volviendo a 1953 dice:"la técnica no puede ser comprendida ni por consiguiente correctamente aplicada si se desconocen los conceptos que la fundan". Y luego:"Aparece en todo caso de manera innegable que la concepción del psicoanálisis se ha inclinado allí hacia la adaptación del individuo a la circunstancia social, la búsqueda de los patterns de la conducta y toda la objetivación implicada en la noción de humansrelations , y es esa sin duda una posición de exclusión privilegiada con relación al objeto humano que se indica en el término nacido en Estados Unidos de human engineering.” En "La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud en psicoanálisis", dirá sobre Freud: "Gracias a él, el centro verdadero del ser humano no está en el mismo lugar que le asignaba toda una tradición humanista." En este trabajo, digno de ser releído cuantas veces sea necesario, desgrana los fundamentos de su mentado retorno a Freud del que se declara su nuncio:"No se trata para nosotros de un retorno de lo reprimido sino de apoyarnos en la antítesis que constituye la fase recorrida desde la muerte de Freud, en el movimiento psicoanalítico para demostrar lo que el psicoanálisis no es, y buscar junto con ustedes el medio de volver a poner en vigor lo que no ha dejado nunca de sostenerlo en su desviación misma, a saber el sentido primero que Freud preservaba en él con su sola presencia(...)el sentido de un retorno a Freud es un retorno al sentido de Freud (...) el sentido de Freud pone en tela de juicio la verdad y no hay nadie a quien la verdad no le incumba personalmente". El sendero de este retorno a Freud lo señala con claridad en el ya citado Seminario 1. El vehículo que elige son los escritos técnicos. Podría haber sido otro y lo hubiera guiado a igual destino, pues, en realidad, no hay trabajo de Freud donde no se hable de técnica; es decir, en los pocos en los que no se habla se aplica. Queda claro entonces que la unidad de esos escritos no se debe a que allí se hablaba de técnica, sino que abarcan una etapa del pensamiento de Freud situada entre la experiencia inicial y 1920. Luego veremos que para Lacan no es casual este límite que coincide con la elaboración de la segunda tópica.

Una pequeña digresión homenaje. Se suele decir que no fue Breuer el que descubrió el poder de la palabra, sino su paciente Ana O que le pidió que la dejara hablar, que Lucy de R. inventó el método de la asociación libre cuando se niega a ser hipnotizada, que Dora descubre lo irreductible del deseo y Juanito descubre quien conduce el análisis, sujeto supuesto saber. Podemos seguir con este discurso tan seductor como engañoso e injusto hacia los descubridores. Freud lo dijo desde el principio, Lacan lo ratificó reiteradamente: las cosas están en el mundo para ser vistas, se le puede dar a un lego un microscopio muy poderoso pero si no sabe lo que debe mirar, nada verá. ¿Cuántas Ana O. habrán estado ante tantos Breuer que no obstante no las dejaban hablar? ¿Cuantas Lucy de R. habrán visto finalizados sus tratamientos en frustración porque su personalidad era irreductible a la técnica? Y esta es otra de las enseñanzas de Lacan: nos enseña que el analista no está allí de poste. Está de presencia y de palabra, implicado ya sin remedio en el devenir transferencial. Nunca abandonó la presentación de enfermos. Sostuvo que era conveniente para el analista tener una sólida formación psiquiátrica. De hecho él la tenía y la recreaba. Después debería vérselas para que no hiciera  obstáculo en la escucha. El analista que simplemente pone la oreja, corre el riesgo de perderla, y el análisis, que ya no devendrá en análisis será un entretenimiento de silencios, juegos de palabras, deserciones o complicidades algodonadas. Una vez más, no habrá lastimadura y sin ella no hay análisis. Bien, momento de concluir. No será el cierre de esta charla menos desordenado y embrollado que el resto. Como diría Lacan en el discurso de la disolución:"Sé que lo hago agregando lo que esto comporta de inconciente. Allí está mi ventaja sobre el hombre que piensa y no se da cuenta de que primero habla. Ventaja que sólo debo a mi experiencia". Lacan en cada una de sus intervenciones y escritos regaba enseñanzas. Detrás del católico de los mandamientos podía, a modo de palimpsesto, rastrearse aquél maestro Zen que le hacía semblante por los años ‘50. La respuesta llegaría cuando el alumno estuviera en condiciones de recibirla. Tanto que ya no haría falta. Quien se enamoró de su discurso gongorino perdió la esencia, una mirada renovaba sobre Freud que fuera más allá de la letra de molde que entendiera la palabra como la palabra viva. Decía tanto en el discurso de la fundación como en el de la disolución que habría un trabajo pendiente en el campo que Freud fundó: restaurar la reja cortante de la verdad que restablezca la praxis original del psicoanálisis. En Argentina se instaló el mito de que Masotta introdujo a Lacan. Pichón Riviere, Baranger y otros ya habían establecido un nivel de intercambio y relación. Lo que Masotta hizo fue sistematizar el desembarco entre los legos, al punto tal de que él mismo en el segundo congreso lacaniano de 1969 pide a sus alumnos que no alcen tanto la voz, escandalizado, porque no tenían experiencia clínica. Situación que él promete temporal, pero que más allá de su intento de disimularlo en un constante paseo de ida y vuelta entre la teoría y la clínica muestra que sabía que sólo serán analistas cuando hicieran clínica. El verdadero retorno a la palabra freudiana es posible desde la clínica.

Lo cierto es que Lacan llega a América, a la del Sur, a la que no vino antes por perder el tiempo en la del Norte, según denuncia  “el yerno” en ese mismo seminario. Y no vino inquieto ni curioso, sino a poner orden en un movimiento local que corría el riesgo de desmadrarse. Ya lo había dicho FrancoiseDolto, Lacan era la madre de su movimiento y terminaba devorándose a todo aquello a lo que él le daba vida.

Nunca sabremos si las afirmaciones de Roudinesco son ciertas y ya no escribía. Nada cambia, ya que en Caracas habló…lo vimos y lo escuchamos. No dijo que el único heredero era el pueblo, ratificó representantes con nombres y apellidos. Manifestó que quienes lo leíamos no éramos sus discípulos porque a ellos los formaba él personalmente, con lo que cerró el círculo con quienes tenían el pasaporte a París frecuentemente sellado. Ellos eran sus discípulos y representantes.

Allá por los ‘50 Lacan había instruido a sus pacientes para que declararan ante el tribunal de disciplina de la filial francesa de la IPA que ya no aplicaba la escansión en sus tratamientos y había vuelto a los cincuenta minutos. Abrigaba la esperanza de no ser expulsado. Quería seguir siendo “freudiano institucional”. Y durante 30 años fue marcando diferencias con Freud mientras se ratificaba freudiano y sus discípulos se esforzaban en mostrar lo indemostrable, que era una relectura, otra forma de decir lo mismo, un camino diverso para volver a las fuentes, siempre desde la identidad…como si fuera pecado innovar.

El maestro se esforzaba en decir “(…)nuestro inconciente y el inconciente freudiano(…)” y nadie escuchaba…como si no fuera esencial concebir  diferente los conceptos centrales…el concepto central.

Necesitó venir a la Latinoamérica morena para decir con todas las letras lo que no había podido allá en la cuna de la cultura parisina, que Freud y él no pensaban lo mismo, y cerró su enseñanza con una ironía magistral que terminó de taponar las orejas de discípulos y lectores: sean Ustedes lacanianos si quieren, (quién iba a negarse), yo soy freudiano, (la humildad de los grandes) y nos habla del debate que mantiene con Freud hace muchos años, de que sus tres no son los tres de Freud y termina de cerrar aquello que abre en el Seminario 1, que la segunda tópica le parece torpe. Treinta años tardó en terminar de decirlo, a esa altura ya estaba sentado en el retrato del psicoanálisis a la diestra de Freud. Lo dijo y cerró su enseñanza con una enseñanza: si hay un maestro para que la palabra siga viva, para poder crecer, es necesaria la traición. Al menos así habló Zaratustra.

Durante muchos años más no fuimos dueños de leer los textos que  deseábamos. Estábamos sometidos al caprichoso plan de publicación de su albacea testamentario o de las posibilidades de acceder a las fotocopias de una grabación infiel. Luego pudimos, eso sí, a la forma en que su legalidad y su proximidad familiar le dio rienda suelta para establecerlos.

Trabajé con varias traducciones de textos de Lacan. El discurso de la disolución comienza diciendo: Traducción 1: "Hablo sin la menor esperanza de hacerme oír principalmente". Traducción 2: "Hablo sin la más mínima esperanza de hacerme oír especialmente".

Traducción 3: "Hablo sin esperanza de hacerme oír". ¿Quién tiene la verdad sobre la palabra de Lacan ¿Perón, sin dudas cuando dijo:"Mi único heredero es el pueblo" o el parlamento francés cuando decidió que las obras de Rousseau eran de todo el pueblo francés?

 

Bibliografía de Referencia

 

Jacques Lacan- Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis.

Jacques Lacan- La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud en psicoanálisis.

Jacques Lacan- Seminario 1 Los escritos Técnicos de Freud.

Jacques Lacan- Acerca de la presentación de enfermos.

Acta de la fundación de la Escuela Freudiana.

Acta de la disolución de la Escuela Freudiana.

Jacques Lacan - Discurso de Caracas

Actas de la reunión sobre la enseñanza de Lacan y el psicoanálisis en América Latina.

 

Elisabeth Roudinesco: Lacan, esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento.

 

Escansión- Nueva Serie. N° 1

Aportes de Discurso Freudiano

Descartes N° 4

Cuadernos Sigmund Freud N° 1, 5, 6, 10, 11, 12

Fernando Uribarri: La vida después de Freud