¿Qué Clase de Medias Calza el Ser Nacional?
Las Glorias y los Ocasos de la Clase Media y el Medio Pelo Argentino
Una histórica confusión iguala los conceptos de “clase media” y “medio pelo”.
¿Existe la clase media argentina? ¿Hay un sector definido que responda a ese
encuadre? Este trabajo intenta acercar concepciones políticas y alguna
definición a estas preguntas de difícil respuesta.
Jorge Garaventa*
(para La Tecl@ Eñe)
Si hay una pregunta difícil de responder en la Argentina de hoy es la que remite
a intentar explicar de qué hablamos cuando hablamos de la clase media. ¿Existe?
¿Hay un sector definido que responda a ese encuadre? ¿Es un concepto pertinente?
¿Es un saco de prejuicios donde se arrojan todos los desperdicios sociales?...ya
iremos viendo.
No obstante, y como punto de partida, pretendemos desalentar a quienes esperen
de este escrito un riguroso análisis sociológico o un rico recorrido histórico.
Apenas bordearemos concepciones políticas y alguna que otra definición, producto
de lo que nos suponemos; observadores sociales algo atentos.
Antes de avanzar es necesario hacer una disquisición. Una histórica confusión
sinonimiza los conceptos de “clase media” y “medio pelo”, este último definido
con meridiana claridad por don Arturo Jauretche en su ya clásico legado “El
Medio Pelo en la Sociedad Argentina” y que tan esperanzadoramente subtitulara,
“Apuntes para una Sociología Nacional.” Eran tiempos en que el territorio soñaba
y poblaba las ciencias y las artes con producciones propias.
Como dato histórico digamos que el autor fue hablando de estas ideas durante
años y las plasmó en el libro que llegó a las librerías en 1966.
Jauretche dirá que “el medio pelo por razones obvias no se da en la alta clase
porteña, que es el objeto de la imitación; tampoco en los trabajadores ni en el
grueso de la clase media. El equívoco se produce en el ambiguo perfil de una
burguesía en ascenso y en sectores ya desclasados de la alta sociedad". Agrega
luego que "El medio pelo procede de dos vertientes. Los primos pobres de la alta
clase y los enriquecidos recientes".
El término tiene su origen en el vestuario del siglo XVIII en que se usaban
sombreros de piel de castor que se importaban a Chile desde Cádiz, y que
existían en dos tipos: de pelo centro (más costoso por la calidad del pelaje) y
de medio pelo (más rústico). Los primeros eran más caros, se asociaban a gente
de la clase alta, mientras que los de medio pelo se identificaron con la gente
de clase media.
Hasta aquí, Jauretche puro. Cuando hacemos el corte desde lo ideológico surge un
sector en el que cierta clase media y cierto medio pelo se funden sin solución
de continuidad. Nos referimos a quienes con una pertenencia vergonzante en la
primera, se referencian con aquel sector idealizado desde la posesión de bienes
y privilegios, que nunca los acepta plenamente pero en el que en el fondo
tampoco se sienten legítimos. Quedan flotando en un limbo gaseoso, en una
incomodidad constante que suele ser motor de sus manifestaciones políticas
caracterizadas por la inmediatez y las lealtades lábiles. Se desprende que
aunque sea necesario, no siempre es posible deslindar estos dos sectores, más,
si tenemos en cuenta que en épocas de movilidad social hay un ascenso de algunos
y un deslizamiento de otros.
Se ha dicho que el término es peyorativo. Tal vez, pero no es lo esencial.
Jauretche lo acuña como un analizador de un sector social que logra movilidad
económica durante los gobiernos de Perón y no obstante constituyen un segmento
opositor muy sólido. Décadas después ocurre algo similar en los gobiernos de
Néstor y Cristina Kirchner. No es un dato anecdótico a la hora de medir su
constante insatisfacción sensorial, la cuestión de que los incomoda su origen y
pretenden aparentar un status social hacia donde no han llegado y desde donde
son mirados con cierto desprecio.
Como todo concepto que hace al análisis social, requiere definiciones de época.
Habrá un núcleo duro que dé identidad a los planteos siempre y cuando no se
obvie que no es lo mismo la Argentina peronista de los 50, la de la esperanza
transformadora de los 70 con el cruel epílogo de violaciones sistemáticas de los
derechos humanos desde el terrosismo de estado, el liberalismo populista de los
90, la explosión popular del 2001 y la movilización que produjo precisamente en
las capas medias las política que introdujeron los Kirchner en torno,
precisamente, a los crímenes de la dictadura militar.
Tal vez, en una definición más olfateada que fundada podemos decir que la clase
media tiene una composición ideológica contradictoria o volátil mientras que el
medio pelo está más caracterizado. Sabe donde no quiere estar, ve con claridad
donde querría llegar y suele tener conciencia de la apariencia que transita.
La clase media propiamente dicha se define por un corte desde lo económico y por
un marcado sesgo cultural. Tiene aspiraciones de crecimiento pero no se
referencia con los sectores altos a los que en definitiva repudia y en no pocas
ocasiones desarrolla manifestaciones de solidaridad con los menos pudientes.
También en esto suele estar presente la inmediatez con sus características de lo
efímero.
Hay dos concepciones predominantes que nos permiten abordar la estratificación
social, la de Weber y la de Marx.
Weber dirá que el fenómeno se establece como un continuo a lo largo de tres
dimensiones paralelas: la económica, la política y la social. Construye el
concepto de clase haciendo eje esencialmente en la dimensión económica; en sus
palabras, la situación de clase es una determinada posición en un mercado, que
define objetivamente las posibilidades de acceder a determinados bienes y
oportunidades que circulan en éste. De hecho, y para ser fieles a la letra
weberiana sus estudios en ningún momento identifican una "clase media" como tal;
lo que otros analistas subsumen bajo ese término se dividen, en el análisis
weberiano, entre la inteligencia técnica —profesionales y técnicos de cuello
blanco, que no disponen de capital propio pero sí de habilidades a partir de las
cuales pueden obtener rentas apreciables— y la pequeña burguesía, la clase
formada por los poseedores de capital que sin embargo no pueden evitar el
trabajar ellos mismos en su explotación.
Uno de los puntos cruciales del análisis weberiano de clase media es que la esta
no es una realidad reconocida subjetivamente; los individuos poseen un conjunto
determinado de posibilidades, pero no necesariamente son conscientes de ello y
de que otros comparten ese mismo destino objetivo.
Por otro lado podríamos definir a la clase media, según la teoría marxista, como
aquel sector social de trabajadores que son dueños de sus propios medios de
producción, o al revés: aquel sector social de los dueños de los medios de
producción, cuya fortuna no da para contratar obreros, por lo que es el mismo
quien trabaja los medios y se dedica a la producción de mercancías. Lo
importante de este sector, es que la producción de su trabajo no es alienada, es
decir, que disfrutan del producto de su trabajo. Esta idealizada caracterización
del trabajo independiente pierde encanto al observar las verdaderas condiciones
de producción en que la sociedad moderna coloca a los trabajadores
independientes. No escapa al análisis la cuestión de que en busca de “seguridad”
en el horizonte negro jubilatorio hoy la clase media ocupa una porción
importante de la labor en relación de dependencia.
Aquella concepción incluía a los profesionales y comerciantes que se encontraban
con buena estabilidad económica, y podían pagar sus impuestos sin dificultades.
No obstante reconocemos la limitación de la concepción que trasmitimos, solo a
modo ilustrativo. El marxismo es mucho mas complejo y concreto en sus estudios
sociales que lo que aquí mostramos al pasar. Esto es solo una referencia a los
fines de rodear un poco mas una definición conceptual que nos resulta esquiva.
En definitiva lo que venimos analizando parece empujarnos a la conclusión de que
aquello que consideramos clase media y que otros llaman sectores o capas medias
de la sociedad puede llegar a ser un conglomerado social con sub estratos con
gruesos trazos en común pero a su vez consistentes diferencias sobre todo en
manifestaciones coyunturales.
Volviendo a los trazos gruesos parece lícito intentar capturar las
contradictorias manifestaciones políticas de las clases medias siempre y cuando
acordemos que al acercar la lente la uniformidad comienza a hacerse difusa y tal
vez nos obligue a señalar diferencias sectoriales. Se tratará de establecer, en
un análisis mas preciso si hablamos de contradicciones de la clase media o
contradicciones en el seno de la clase media. Se verá que no siempre se trata
del mismo fenómeno.
Por ejemplo, dice la leyenda que en los agitados días de diciembre de 2001 el
pueblo salió a la calle a enfrentar el estado de sitio decretado por el entonces
presidente De la Rua…también que la clase media- alta lo hizo para defender sus
ahorros atrapados por el corralito, y que la izquierda y el peronismo que
capitalizaban a los sectores mas humildes se congregaron en asambleas barriales
y otro tipo de organizaciones populares que semejan espontáneos remedos de
democracias directas.
Análisis simplificadores como el precedente son imprescindibles para que
funcionen como bloques ordenadores, pero luego ha de hacerse una disección mas
particularizada.
Sostenemos que lo que nos permite hacer una lectura de clase pese a las
contradicciones señaladas mas arriba es el corte por lo ideológico
complementando el económico, porque de lo contrario, volviendo al ejemplo,
quedan cosas no dichas o mal encastradas. Digamos que a no todo el pueblo le
importó el estado de sitio, que los ahorros encapsulados, aunque en distintas
dimensiones, representaban a casi todos los sectores sociales medios y que la
clase media tuvo una presencia fundamental en las asambleas barriales.
Pensamos entonces que ahora si estamos en condiciones de respondernos las
preguntas que nos hacíamos al principio mas allá de que las respuestas se han
ido dibujando a través del desarrollo escrito. Pasaremos luego a hacer un esbozo
de cierre intentando dar cuenta del comportamiento de estos sectores frente al
actual gobierno argentino.
Concluimos que es lícito y pertinente hablar de clase media, habida cuenta de
que hay un sector social que responde a la denominación y tiene comportamientos
específicos y una aguda presencia en los diversos escenarios políticos que se
han montado en el país. Como cualquier otro sector social, no ha de pretenderse
férrea uniformidad ya que en las entrañas de su composición se alojan núcleos
contradictorios al todo.
En algún lugar sosteníamos que la clase media como expresión política es
contradictoria, inmediatista, fugaz e impaciente y ha demostrado también serias
dificultades para sostener alianzas. Algunas de estas características responden
a la heterogénea composición de la que hablábamos antes.
Es precisamente en relación a este sector social que el escritor Guillermo
Martínez plantea: "Ha surgido un nuevo gorilismo en la era de los K, que
consiste en rechazar todo lo que hace este gobierno por considerarlo contaminado
y sospechoso. Se trata de un odio irracional, que no se toma el trabajo de
analizar cada medida en particular ni de comparar honestamente a esta
administración con las anteriores"
No lo dice Martínez pero la contracara es la defensa irracional y a rajatablas
del modelo que hoy encarna Cristina Fernández y a quienes sus defensores
postulan sin fisuras. Tal vez el mas claro ejemplo haya sido el sostén acrítico
en los alrededores electorales de figuras que aunque difíciles de presentar,
traccionaban votos, como Insfran, Moyano o Scioli, la represión a los Qom o la
política de minería a cielo abierto.
Como siempre ocurre, los enemigos del modelo no apuntaron, salvo excepciones a
las aristas débiles sino a las manifestaciones exitosas del mismo.
Las capas medias que mas se tutean con el progresismo se han sentido
protagonistas con el renacimiento de la esperanza que significó la política de
DDHH del gobierno y con la revalorización de la cosa pública. También con la
reubicación del rol del Estado como garante de cierta equidad en cuestiones
económicas. Son los sectores que valorizan la educación pública, la jubilación
estatal y la televisión pública, solo para dar algunos ejemplos.
Aquí es donde inexorablemente marca su presencia el medio pelo argentino y su
acérrimo oposicionismo resentido, sosteniendo valores y principios que hasta es
probable que les resulten adversos pero que son derivados de la identificación
con los más pudientes. Tal vez este sector de la clase media- alta sea al que se
refería el escritor antes aludido.
En ambos grupos hay fugas, desilusiones y reacomodamientos. Fueron, son y serán,
por acción u omisión, actores principales de los movimientos políticos. Son esa
clase media, ancha y contradictoria que se estableció en el escenario social a
partir de las políticas redistributivas del primer gobierno de Perón, al que
terminaron combatiendo despiadadamente.
Lejos está este análisis de pretender estigmatizar a quienes no conjugan con el
actual gobierno con el cual tenemos coincidencias y disidencias profundas pero
que no vienen al caso en este análisis.
Lo que intentamos es pensar junto con el lector de que se trata el
enfrentamiento de los sectores medios que tiene como condimento al gobierno de
Cristina Fernández.
Sostenemos que las posiciones cerradas e idealizantes traen oscuridad.
Pretendimos arrimar una vela. Cerramos la nota con la profunda certeza de no
haber logrado iluminar nada. Pero si alguien levanta la vela e intenta
encenderla, el solo intento ya nos deja satisfecho porque de eso se trata
nuestra ilusión, de aportar algo, modestamente, a la construcción del
pensamiento colectivo.
*Psicólogo