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Decálogo para el libro "Con mi hij@ no / Autora: Lydia Cacho" 

 

Un decálogo que contribuye a  preservar los valores de los niños y niñas que luego suelen ser desviados hacia el prejuicio y la violencia por la educación adulta y social.

 

Jorge Garaventa, orientado en temas de abuso sexual infantil y violencia contra la mujer

 

 

1-      La diferencia física entre niños y niñas no implica ningún tipo de jerarquías sino horizontes distintos y creativos en las formas de relación de ambos sexos. Un buen paso es incentivar el juego en ambos sexos, aún en aquellas etapas en que los expertos señalan que indefectiblemente ocurrirá lo contrario, ya que se trata de construcciones culturales caprichosas.

2-     el rechazo a la diferencia, aún en sus más inocentes disfraces,  es siempre una debilidad. Educar en el respeto a lo diverso previene la violencia racial y de género.

3-     La sexualidad es un acto de amor complementario. Es fundamental desarmar desde los primeros años cualquier concepto que tienda a ubicar a alguno/a de los integrantes del encuentro sexual en una situación de dominio o sometimiento.

4-     Mujeres y varones suelen utilizar distintas lógicas de pensamiento y acción, además de sensibilidades diversas. Educar en la empatía, proyectarse al lugar de la otra persona, permite aprender que la existencia de múltiples cosmovisiones no implica la natural predominancia de unas sobre otras.

5-     Aunque más trabajosa, la apuesta a una educación pacífica, con predominio de la palabra y la razón garantiza un crecimiento en el respeto hacia el otro y hacia sí mismo. Quien ha sido golpeado aprende que su cuerpo no tiene valor, está expuesto a la violencia y el abuso en la niñez y en la adultez y supone que los conflictos se resuelven a los golpes.

6-     El libre ejercicio de la sexualidad implica acciones de mutuo consentimiento. Un no es siempre un no. La educación desde los primeros tramos ha de poner especial énfasis en el respeto de la voluntad ajena. Puede entenderse que una relación sexual no sea un acto de amor pero no ha de admitirse que no sea un acto de respeto.

7-     Así tengan miles de años y se los denomine sabios en algunas ocasiones, los escritos que denigren a la mujer son discriminatorios y violentos y han de ser señalados como responsables de la violencia de género. Algunas religiones y filosofías han sido el sostén del patriarcado, doctrina que sostiene “el natural predomino del hombre sobre la mujer.

8-     El fundamento de una educación para la igualdad debe basarse en una perspectiva de género, esto es, una herramienta que permita decodificar la violencia hacia la mujer y la niñez que se inscribe en la cultura occidental vigente y que se trasmite a través de “inmodificables preceptos tradicionales”, “construcciones científicas” o “manifestaciones graciosas inocentes”. Ha de enseñarse que a través de estas modalidades u otras, se trafica violencia.

9-     Recalcar que decir y escuchar son las formas más respetuosas de comunicarse. Valorizar la palabra del niño y de la niña presupone adultez sana. Los niños y las niñas son graciosos/as cuando se están divirtiendo. Burlarse cuando razonan seriamente siembra sentimientos de impotencia y desvalorización y es siempre un abuso de poder.

10- Las reflexiones y sugerencias de este decálogo son aplicables a la educación de niñas y niños en todas las etapas de la educación. Madres y padres adecuarán las formas de diálogo a la edad de los/as niños/as, pero los contenidos son pertinentes desde el comienzo mismo del proceso. Si se espera “que sean grandes para comprender”, estaremos dando una ventaja irrecuperable a los contenidos patriarcales que son el germen rico en proteínas de maltrato, abuso, desvalorización...violencia en todas sus formas. La confianza en el dialogo con la niñez es un tesoro preciado para quienes soñamos con una sociedad mejor e igualitaria.