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El Peligroso Destino de Portar Vagina

Jorge Garaventa(*)
 


Imaueq qomi nitoxoñe, (todo el pueblo qom luce tristeza ensus ojos)



El comunicado de la Comunidad Qom de El Impenetrable lastima por su simpleza y su dolor. No necesitan palabras rebuscadas. Hablan de la niña qom de 15 años, asesinada, golpeada, atada a un árbol, semidesnuda y con claros signos de haber sido abusada sexualmente. Pero también hablan del crimen deAngeles “victima de un hecho que el pueblo qom no se explica.”

Las evidencias de la investigación sobre la muerte de la niña porteña van finalmente cerrando el círculo y afirmando aquello que se negó enfáticamente en un principio. Angeles habría sido asesinada por resistirse a ser violada, lo que provocó esa mezcla rara de tristeza y alegría exultante con la que el marido de la madre, (que no es padrastro, porque el padre vive),enfrentó a los medios: “Estamos orgullosos de Angeles porque defendió con uñas y dientes su virginidad. Su madre logró estar en calma cuando supo que no había sido violada...”

El discurso de la virginidad como valor supremo da para otro análisis, pero no deja de aportar al tema que nos convoca. La vagina, como sinónimo totalizante de mujer es un bien privado o público según corresponda a los deseos de quien se trate. Pero aún cuando sea privado, no lo es para la mujer sino para uso y abuso del hombre en cuestión que le ha tocado al lado.

No hablamos de todos los hombres ni de todas las mujeres pero si de una concepción cultural presente y hegemónica.

La mayoría de las mujeres que son víctimas de violencia de género lo son por proponerse el ejercicio autónomo de su sexualidad y sus afectos. A veces, atrapadas en el complejo espiral de un lazo que es muy difícil de deshacer, ni siquiera llegan a ese intento, pero la fantasía de “su hombre” será suficiente para desatar el proceso.

Los estudios de género nos han permitido tener acceso a la comprensión de estos fenómenos y las razones por las cuales una mujer ingresa en este tipo de relaciones y sus dificultades para salir, donde, se sabe, lo voluntario tiene bastante poco que aportar.

En lo social, la condena a la violación sexual tiene una existencia efímera abonada de sentencias culpabilizantes que mezclan fantasías psicológicas de dudosa universabilidad, con la humillación, el dolor, la violencia y la prepotencia que es para una mujer ser asaltada sexualmente. Sin embargo se sigue escuchando que toda mujer desea ser violada, que desde esa fantasía termina propiciándolo y que en todo caso de lo que se trata es de relajarse y gozar para preservar la vida. Termina siendo un servicio social que seguramente no es tan terrible.

Aunque ha sido uno de los tormentos menos difundidos, hoy se sabe que en los campos de concentración la violación sexual era sistemática, y no solo como castigo sino para calmar la sed perversa de los torturadores.

Todas las crónicas de guerra hablan del ejercicio autorizado y permitido, aunque no escrito, de estas prácticas. Incluso las guerra semprendidas por el premio nobel de la paz.

El arte sobre el nazismo produjo decenas de Films donde se denuncia o se glorifica esta práctica durante la vigencia del nazismo.

La sociedad moderna no termina de tranquilizar la existencia femenina. Fuera en el ámbito que fuere, ser mujer es un riesgo extra. Y lejos está este escrito de pretender crear pánico, sino mas bien mostrar una realidad que nos atraviesa y que es necesario modificar, no solo profundizando los mecanismos de erradicación de lo ya instalado socialmente, sino trabajando honestamente en la prevención. Y los hombres tenemos mucho, muchísimo que aportar a esto. Ya reflexionado y combatiendo nuestras conductas sexistas de cada día estamos haciendo un gran aporte, que no debería conformarnos sino animarnos a más...



Psicólogo