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Diagnostique ya!

 

La etiqueta en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero

(publicado en la revista Dialogar Nº 46- Colegio de Psicólogos de Cordoba)

 

 

 

Jorge Garaventa*

 

 

 

 

 

Quiénes hemos seguido de cerca el desarrollo de las políticas acerca del llamado Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad conocido en la jerga psi, escolar y familiar como ADD/ADHD vemos con preocupación algunas acciones  de Instituciones Publicas, como algunos Ministerios de Salud Provinciales,  que ponen al alcance del ciudadano inexperto, pero empoderándolo para ello, nociones diagnósticas que finalmente redundan en la estigmatización del niño, en un envoltorio con etiqueta que ha de portar por el resto de sus días, aún cuando los signos y síntomas que llevaron a la preocupación de su entorno hayan desaparecido.

 

Acorde con ello, se  han publicado en páginas web oficiales,  una guía para padres, maestros y médicos que permitirían detectar tempranamente signos del Trastorno de Espectro Autista, que ya luce su propia marca, TEA, con las ya ampliamente probadas consecuencias de banalización que ello implica.

 

Un diagnóstico es un proceso complejo para el cual es necesario tener una preparación particular que, habida cuenta de la especificidad de cada persona, implica pasos que hay que dar con responsabilidad, y que son inevitables, tal como el diagnóstico diferencial en primer lugar, que generalmente debería recalar en el presuntivo a  partir de lo cual se pueden pensar y aplicar estrategias terapéuticas adecuadas para quién consulta.

 

Si un diagnóstico definitivo produce a veces el encasillamiento de la persona afectada por parte del experto, pensemos los estragos en el trato que puede generar en padres y docentes.

 

Pero tan preocupante como ello, son los signos de detección que la guía brinda, que pueden estar hablando del trastorno en cuestión pero también de cualquier otra constelación psíquica, psiquiátrica, neurológica, o sencillamente vital. Para que esto quede claro: ninguno de los signos que la guía brinda, son exclusivamente específicos del autismo. Sin ir más lejos, episodios de abuso sexual infantil, maltrato o violencia hacia la niñez pueden derivar en sintomatología similar.

 

Un medio que se ocupó del tema cuando se conmemoró  el día de la Concientización sobre el Autismo, abrió  la nota con una temeraria afirmación de improbable constatación pero que llevará a poner a los niños sobre la mesa para observarlos convenientemente: uno de cada ochenta y ocho niños padece algún tipo de signo autista…afirmación terrorista si las hay.

 

Pero lo más grave de todo esto es la conclusión, ya que el mercado siempre, en estas épocas aceleradas tiene una respuesta rápida: tranquilos padres y madres. Estos niños no deben ir a una escuela diferencial. La cosa es simple. Con un simple trámite que los declare discapacitados, irán a una escuela común donde una maestra integradora hará el trabajo personalizado y estaremos todos felices…”como si fuera un niño normal”

 

 Probablemente, con el correr de los años haya que elaborar una guía que de cuenta de los signos que padece un niño o una niña que portan sobre su identidad un certificado de discapacidad.

 

Una familia que tiene en su seno un niño con características, signos o síntomas autistas debe ser acompañada con decisión por políticas públicas que colaboren con la solución de un problema que al exceder el marco familiar, termina siendo social. Pero si estas políticas públicas son demagógicas, apresuradas, inadecuadas o, como en este caso, pretenden brindar herramientas a quienes no están en condiciones de garantizar un uso pertinente, los resultados pueden ser catastróficos.

 

Y estamos hablando de una película que ya vimos, a más de una década de haber parido el “Consenso de expertos del área de la salud sobre el llamado  "Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad"”

 

*psicologo