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El Dolor de Leonela


Jorge Garaventa*


 

Dolor, estupefacción, impotencia, desánimo, bronca, angustia, inseguridad, culpa, desconcierto, parálisis, desazón, incertidumbre, decepción, tristeza…tristeza…tristeza…
Y creo que podría seguir coleccionando palabras sobre estos hechos que nos quitan las ganas de hacer cosas pero que nos muestran que hay que segui
r…
La muerte de Leonela no es “el peor final”, como llamativamente lo titularon tres de los cinco diarios que leo a menudo, sino el final que nunca debería haber sido.
Leonela decidió decir basta al tránsito por este mundo, y le bastaron apenas doce años…un horror.
Aquí no hay malos padres o madres, ni redes sociales perversas, ni desconocidos, ni ninguna causa aislada que justifique que Leonela haya sentido tanta tristeza como para cerrar su vida.
Yo se que suena casi irritante decir que el final de Leonela es efecto de una sociedad que mira para otro lado, después de ver de qué manera cientos de miles tomaron las calles del país para mostrar un contundente, basta!, al femicidio. Pero también sé que esa movilización, bienvenida y necesaria, no ha hecho un vínculo imprescindible entre el repudiado femicidio y las violencias contra las mujeres. Nada de esto empalidece la impactante movilización del miércoles. En todo caso la ubica en su justo término para evitar decepciones.
Entonces, podemos pensar la muerte de Leonela como un destino individual o como parte de un paisaje cotidiano de las violencias sociales.
Hace años que venimos pensando y denunciando el suicidio adolescente y el desentendimiento social sobre el tema. La desmentida sobre una realidad que involucra.
En el 2008 decíamos “La disociación es un esfuerzo extremo de la psiquis que intenta, aunque fallidamente, que el niño pueda continuar con su habitualidad. A la mirada simple se lo percibirá extraño, y sencillamente distinto para quienes están en contacto cotidiano. Es decir, con la personalidad cribada desde la cual hay un constante derramamiento de síntomas y/o indicadores. No hay razones válidas para no advertir que una situación grave ocupa su psiquis.” (hablamos de su tránsito junto a personas pero también por instituciones).
Y finalizábamos: “Hoy intercambiamos sobre prevención del suicidio. Mucho podemos hacer si desconfiamos de estructuras psíquicas inamovibles y con tendencia irreversible a la autodestrucción inmotivada. Hay una película en el cine psíquico que se da en continuado. Es necesario encontrar las herramientas para entrar en la función, transitarla, desguazarla en cada una de sus escenas y restituirle el sentido en un trabajo palabra a palabra con el sujeto sufriente.
Pero hay otra forma más primaria de prevención y más efectiva aún. Escuchar a los niños, valorizar su palabra, darle crédito y contención. Cuando la palabra de un niño circula, cuando siente que su verdad ocupa un lugar en el universo simbólico adulto, cuando se recrean los modos de contención, cuando se lo supone sujeto de derecho, pero no para diseñarle formas penales de incriminación sino para convertir su palabra en plena, estaremos vacunándolo tempranamente contra el suicidio y las conductas autodestructivas.”
Quienes trabajamos con las problemáticas de niñas, niños y adolescentes sabemos que Leonela es Leonela pero que también es tantas y tantos cotidianos. Que ocupó las tapas de los diarios porque se presupuso femicidio adolescente y porque una vez en las letras de molde destacadas, hay aristas escabrosas que se pueden escurrir para que corra más sangre.
La sociedad puede tener una crueldad inusitada para con los que sufren, como si se tratara de un destino individual. Por eso, a todas las palabras del comienzo falta agregarle, “fracaso”. Porque ahí, y perdón por la redundancia, hay algo que no hubo y que Leonela, con su decisión, reclama que haya…si es que fue su decisión o un destino marcado.
Por Leonela y por tantas niñas y niños en el borde del desahucio, habrá que seguir trabajando por un mundo mejor y que no le quede chico ni triste a nadie…al menos en lo evitable.
Buenos Aires, 7 de junio de 2015

*Psicólogo