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Ego te abuso

 

Jorge Garaventa

 

Que aquellas niñas y aquellos niños cuyo abuso fuera denunciado por sus padres en los tribunales marplatenses sean hoy casi adolescentes muestra a las claras los tiempos deshumanizados de la justicia. Si se agrega el detalle de que Casación se tomó cuatro años para, en segunda instancia, confirmar uno de los fallos más confusos en temas de abuso sexual infantil, entramos en el terreno de sospechar que poderosas instituciones actúan en concordancia para escarmentar a quienes se atreven a denunciarlas. El caso Melo Pacheco, o Nuestra Señora del Camino, como quiera llamárselo, transita ahora hacia la Corte, que como temprano se expedirá cuando aquellos niños y niñas sean hombres y mujeres cansados de esperar Justicia.

El fallo en primera instancia hablaba de la concordancia entre las palabras de los niños, las madres y las psicólogas, concluyendo que la fantasía de una madre provocó una histeria colectiva avalada por la impericia de los peritos que finalmente unificó un falso discurso que pretendió incriminar a un inocente profesor de educación física. Nadie supo explicar las razones por las que tanta coincidencia recayera en relatos hacia la misma persona.

La apelación a Casación despertó esperanzas alimentadas por  perversos trascendidos judiciales que daban por hecho que algunos de los casos serían revisados. Cuatro años después, irónicamente apenas unos días antes del nefasto aniversario, la Cámara confirma el fallo anterior, pero con argumentaciones casi opuestas, al sostener que se hallaron contradicciones entre los discursos de los niños, los padres y los psicólogos.

A casi una década de ocurridos los abusos, luego de infinidades de pericias, contra pericias, declaraciones compulsivas, presiones judiciales, amenazas e irregularidades varias, lo mínimo que se esperaba era que los Jueces se abocaran a analizar la consistencia y veracidad interna de cada testimonio, y no las contradicciones entre caprichosas agrupaciones discursivas….Esperamos mal.

La tasa de ocurrencia del abuso sexual infantil se mantiene tan saludable como la impunidad que la encubre. Casos como el que ocurrió en Mar del Plata nos permiten ver que debajo del manto hay políticas institucionales sospechosas de estar al servicio de la pornografía infantil. Y aunque no se tratara de ello esta claro que las instituciones religiosas interponen el espíritu de cuerpo sobre la necesidad de justicia terrenal.

Cuando el caso Melo Pacheco comenzó a investigarse, lejos estábamos de percibir que enfrentábamos hechos de común ocurrencia en el reino de cristianismo. Hoy el prestigio de dos papados está en jaque al comprobarse que el abuso sexual infantil es una norma cotidiana en muchas dependencias de la casa de Dios, pero la justicia marplatense sigue sosteniendo que no hay razones para creer en los testimonios de veintidós niñas y niños que relataron el dolor, la angustia y la vergüenza por el vejamen sufrido,  tal vez porque eran demasiado concordantes, tal vez porque eran demasiado contradictorios.

 

Buenos Aires, marzo de 2010