volver

 

 

El Futuro Llegó, Hace Rato…

Todo Un Palo, Ya Lo Ves

 

Jorge Garaventa

 

Que las cuentas en relación a los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura comiencen a saldarse con condenas a los genocidas, de cumplimiento efectivo y en cárceles comunes, deja espacio para la reflexión acerca de las razones por las cuales algunos seres humanos se plantean el exterminio de otros.

Ya Einstein, convocado por la Liga de las Naciones recala en Freud suponiendo que el maestro vienés podría tener, no tan solo un diagnóstico certero sino la receta que permitiera implementar las políticas públicas para dar por cerrada la virulencia de algunos gobiernos contra otros gobiernos y su población. El Físico presupone en su interrogación misma que las soluciones se cuecen en la educación que los gobiernos serán encargados de diseñar. A mal puerto fue por leña. Desde su más extremo pesimismo Freud ya había concluido que educar y gobernar eran tareas imposibles.

Mucho se ha hablado, peyorativamente, del estructural pesimismo de Freud. Lejos de ello, el descubridor del inconciente responde con un constructo científico apabullante. Las cosas no son como quisiéramos sino como son. La pulsión de muerte es inherente al ser humano, y no es la pulsión de vida sino la cultura la que podría alivianar la naturaleza destructiva. La represión propiamente dicha y ese disfraz social llamado sublimación posibilitan la convivencia. Pero se sabe, lo reprimido nunca cesa de insistir en su retorno, y sublimar, diría Freud, nunca se sublima del todo, por lo tanto hay un plus que circula amenazante.

Freud nunca habilitó cabalmente la extensión a lo social de sus descubrimientos sobre lo que Einstein llamó en aquella carta, las obscuridades de la mente, pero si se habilitó a si mismo para desarrollar escritos precisamente sociales. Si hoy se leyera mas minuciosamente Tótem y Tabú encontraríamos muchas de las razones, no de las justificaciones, de los abusos y violencias intrafamiliares. En la lucha por derrocar, soportar o asesinar al padre terrible se juegan los distintos vaivenes identitarios que explican los motivos de los desentendimientos entre Caín y Abel y su trágico desenlace.

Si la Psicología de la Masas y Análisis de Yo hubieran tenido una lectura intencionadamente más noble que la de descalificar los movimientos populistas o populares, nos tutearíamos un poco mas con Freud en el análisis de las violencias cotidianas.

Louis Althusser, en aquel maravilloso artículo, “Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado” señala a la iglesia, la escuela y las fuerzas armadas como algunas de las instituciones al servicio de la represión y el dominio.

Llamativamente seguimos llamando represión a nivel social a lo que es precisamente la ruptura de este mecanismo cuando en nombre de la preservación del orden social instituido se permite “legalmente” la afluencia de los más crueles mecanismos para dañar al otro.

No es posible, dijo Freud. Ya lo sabía, dijo Einstein. Eriza la piel de solo pensarlo. Dos de los más grandes científicos de la historia de la humanidad hablaban de la paz como un equilibrio precario sin porvenir…aún no habían vivido el Holocausto, lejos estaban del Genocidio Armenio, el sur de Latinoamérica que ya había visto desaparecer a los negros de la colonia primero, a los pueblos originarios después aún no había diezmado a una generación de soñadores jóvenes…todo para preservar los principios fundamentales de la civilización occidental y cristiana.

Horadado el tejido del altruismo, mutilados los mecanismos solidarios, diques psíquicos per se para posibilitar lo comunitario, las violencias deambulan libremente, ya sin necesitar justificación política para su ocurrencia, apenas enunciando que la crueldad es una subjetividad de época. Otros suponemos que el pensamiento en función social puede ser el dique del futuro…pero el futuro llegó.

 

Publicado en Habemus Cultum www.habemuscultum.com