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JORNADA PRE CONGRESO
Para la prevención, detección e intervención en abuso infantil y violencia familiar
“Las máscaras invisibles del abuso…o atreVERse

Backlash – Burn Out – Mala Praxis
¿Que hacer ante la irrupción de lo incomprensible?




¿La Irrupción de lo incomprensible?


Lic. Jorge Garaventa

 

Dado que los efectos de las leyes recaen
sobre la ciudadanía, es válido tener en
cuenta las apreciaciones que la ciudadanía
pueda hacer acerca de la legislación...el
intercambio de ideas no debe ceñirse a las
academias de Derecho, ya que compromete
a toda la comunidad...
Reflexionar acerca de la producción y
circulación de ideologías que vulneran
los derechos de quienes carecen de voz
y discernimiento para defenderse, constituye
una responsabilidad de las diversas profesiones,
ya que no es solamente el Derecho quien
interviene en las acciones relativas a lo que
ocurre en la intimidad de los hogares.


EVA GIBERTI

 

Nuevamente tengo el honor de compartir este espacio pionero en la lucha contra el abuso sexual infantil y la violencia familiar. Han sido antes los Congresos Regionales, el Primer Congreso Nacional, o como hoy las Jornadas Pre Congreso que nos ponen en camino al evento mayor que se desarrollará el año próximo. Intencionalmente, desde sus orígenes estas actividades se desarrollan en el marco de la conmemoración del 19 de Noviembre como el Día Mundial para la prevención del abuso y maltrato hacia los niños. Formando parte de la coalición internacional de ONG nucleadas por "Women's World Summit Foundation (W.W.S.F.) para la creación de una cultura de la prevención.
Mi agradecimiento entonces a las entidades organizadoras, Ciapsi, Salud Activa y a la incansable impulsora, nuestra querida Marita Muller.
Si hablamos de backslash, burn out o acusación de mala praxis en sede judicial o en un colegio profesional, eso significa que hay un colega que la está pasando mal, pero tanto o mas grave que eso es que hay un niño que seguramente está siendo doblemente victimizado ya que de lo que se trata es de los procesos que se ponen en marcha irremediablemente cada vez que estamos ante la denuncia de algún caso de abuso sexual infantil o incesto paterno filial.
Si bien el caso marplatense en que un tribunal absuelve a un profesor de educación física acusado de abusar de 39 alumnos de un jardín de infantes religioso intenta erigirse como paradigma, no menos paradigmáticos resultan, valga la redundancia, otros casos como el de una maestra de otro establecimiento religioso de la misma congregación, condenada, también en Mar del Plata o el de un sacerdote del Gran Buenos Aires, director de una millonaria fundación, de sólidos vínculos con el poder , que aguarda sin pronóstico preciso los desenlaces de un proceso judicial cuya marcha se ha caracterizado hasta ahora por tan numerosos como inconcebibles vaivenes.
Efectivamente los casos Pandolfi, Melo Pacheco y Grassi están llamados a ocupar el centro de los debates ya que albergan en su desarrollo los mas insólitos movimientos que apuntan a diluir responsabilidades evidentes.
De lo que se trata es de la impunidad, pero no de lo que ocurre sencillamente cuando un crimen queda impune sino de cuando la impunidad está claramente al servicio de los efectos que busca producir. Hablamos entonces de la ostentación de la impunidad, es decir de cuando esta no solo no se oculta sino que se muestra obscenamente para grabar un mensaje en las víctimas. Estas a su vez deberán ser vehículo de desaliento. Nada de lo que se intentó deberá volver a intentarse porque los resultados están a la vista.
Si la Tradición indica que para ingresar a la Familia judicial es necesario ser Propiedad de determinados grupos de poder, ¿que ilusión nos hizo creer que se iba a fracturar la sociedad para que una institución condenara a la otra?
Es verdad que en similares circunstancias y con la misma sociedad en juego una docente fue condenada. ¿cuáles fueron las constantes?: colegios católicos, abusos masivos de niños y niñas con la sospecha, muy fundada en los relatos de que mas de una persona haya perpetrado los abusos. Las variables, pocas. Una composición distinta del tribunal que no sostengo como determinante y el hecho, mas fundamental que la acusada- condenada es mujer.
La Justicia patriarcal no tolera que la mujer pueda cometer delitos del orden de lo sexual que el hombre si puede por naturaleza y por derecho de pernada...o porque si.
Cuando hace algunos años comenzamos a transitar los tratamientos y denuncias sobre abuso sexual infantil, lejos estábamos de imaginar que mas allá de la tragedia individual de cada niño nos internábamos en un terreno donde la trata de niños, la prostitución y pornografía infantil se dan la mano. Ocurre entonces que en definitiva suele no tratarse de mayor o menor contundencia de producciones periciales sino de los factores de poder que se desenvuelven cuando estas situaciones llegan a la Justicia.
Aunque tantas veces lo hayamos afirmado no está demás reiterarlo: no alentamos defensas corporativas. Lo planteamos los dos últimos años en este mismo espacio. Abogamos por un actuar responsable y la única herramienta idónea es la formación continua, sistemática y sólida. La confrontación científica y el intercambio son nuestros únicos caminos de validación, de la misma forma que el análisis o procesos psicoterapéuticos individuales lo mas cercano a garantizar intervenciones emocionalmente equilibradas. Hemos sido pioneros en denuncias de mala praxis e intervenciones inadecuadas. Nadie ha debido venir a advertirnos porque allí hemos batallado creando corrientes de mayor o menor antipatía según el caso.
Pero nada de ello es lo que hoy se ventila. Nos encontramos con fallos en los casos mas graves, medidas judiciales o interposición de recursos en otros que buscan desalentar denuncias o desanimar participaciones o vocaciones.
Escasas son las situaciones en juicios por abuso sexual infantil en que la imputación de mala praxis desemboque en sustanciación de la causa. No obstante hay un temor que advierte que si observamos lo que ha ocurrido desde el año 2000 cuando toma estado público el escrito sobre el supuesto abuso de la denuncia de abuso hasta hoy donde el fallo marplatense atraviesa fronteras inesperadas debemos estar alertas, sobre todo porque algunos colegios profesionales están lejos de sus funciones específicas tanto de formación como de protección integral de l@s colegas.
Recomiendo, y pongo a disposición de quien desee hacerlo, la lectura del fallo absolutorio marplatense ya que sienta doctrina jurisprudencial por un lado y es todo un manual de procedimientos, por otro acerca de que camino recorrer cuando se trata de desestimar y desalentar denuncias de abuso sexual infantil.
Con impecable manejo del material se logra finalmente silenciar la palabra de los niños, cuya escucha ya había sido descartada en los considerandos al caracterizar de inverosímiles los hechos por ellos denunciados, alertando además sobre los efectos de co construcción materna de sus discursos, teoría esta sostenida en distintos estratos judiciales por letrados de presuntos abusadores y que está lejos de obtener algún tipo de validación científica, menos aún en el burdo estilo que se la describe.
El debate entonces se centró en la “impericia pericial”, desplazando a planos lejanos tanto el sufrimiento de los niños y la contundencia uniforme de sus relatos como la ineludible evidencia de que algo extraño había ocurrido en el jardín religioso y el profesor imputado parece no ser el único responsable partícipe.
El Juez Carlos Rozansky suele manifestar que en cuestiones periciales pasan cosas llamativas ya que los jueces en contiendas por ejemplo de cuestiones edilicias o de demarcaciones de lotes de terreno no vacilarán en dar crédito a la intervención de peritos y mucho menos pondrán en duda su formación, la cual por lo general dan por sentada. Solo ante dudas muy severas se convocara a otros peritos. Sin embargo, advierte el Juez de Cámara, cuando se trata de casos de abuso sexual infantil la actuación de los magistrados suele ser llamativamente diversa, analizando, discutiendo o rechazando conceptos periciales con argumentaciones para las que carecen de formación alguna.
En el fallo aludido, los jueces adelantan cual será su actitud al esgrimir la doctrina de las libres convicciones y la decisión de que los resultados presentados por los profesionales de psicología actuantes no serán vinculantes.
Establecido esto se abocan de tal forma a descalificar el material que a poco de andar cuesta no convencerse de que era uno de los principales objetivos.
Dos psicólogas de amplia y nítida trayectoria ridiculizadas públicamente por el tribunal, una de ellas sufriendo ahora la incomprensible consecuencia de que el colegio que regula su matrícula decide la aceptación de una causa, una madre condenada a seis meses de prisión y contralor durante dos años del Patronato de Liberados por insultar a una maestra involucrada en el caso y con el testimonio de la directora de la escuela donde sucedieron los hechos como única testigo, treinta y nueve niños cuya palabra fue descalificada, treinta y nueve familias con el horror instalado en su seno y sus conciencias...un profesor que ha retomado alegremente sus trotes por la soñada costa marplatense, un obispado que puso todos sus recursos al servicio de silenciar los hechos, un colegio profesional cuya única aparición en un caso de notoria implicancia pública tuvo como única palabra iniciar una causa a quien jamás defendió cuando era vapuleada por dos de las mas poderosas instituciones del país. Un Tribunal que comienza a mostrar su sentencia con una tranquilizadora frase que relaja y nos torna aún mas indefensos ante la ostentación de la impunidad: “Sobre el punto, estimo que los avances operados en las últimas décadas en la Medicina Legal (concretamente en el campo de la Psicología Forense) permiten tener por superadas las arraigadas creencias relativas a que “...el más grave error de la justicia es creer en los testimonios de los niños...”
¿Podremos entonces hablar de la irrupción de lo incomprensible o empezar a admitir que nuestra ingenua sensibilidad no nos permite creer que se puede llegar tan lejos?


Buenos Aires, noviembre 11 de 2006