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Consejo de los Derechos del Niño, la Niña y la Adolescencia de la Ciudad de Bs.As

 

Curso

 

“VIOLENCIAS CONTRA NIÑOS Y NIÑAS: UNA RESPONSABILIDAD ADULTA -SUS EFECTOS Y SU POSIBLE PREVENCIÓN”

 

La Maldad Hacia La Niñez Es Un Gesto Que Vuelve

 

Lic. Jorge Garaventa

 

 

A los fines de facilitar la escucha utilizaré en este trabajo el genérico masculino no obstante plantear la necesidad de cuestionar el potencial sexista de nuestro lenguaje

 

Me siento honrado de estar por segunda vez en lo que el “de boca a boca” o de “mail a mail” ha logrado identidad propia como el “Curso del Consejo”. Han sido varias las ediciones de esta convocatoria, y el hecho de que funcione siempre a matrícula llena es un mensaje de ida y vuelta. Es un espacio donde se dicen cosas y es un espacio donde se escuchan cosas. El escuchar y el decir, tan sólidamente emparentado con mi profesión de Licenciado en Psicología cobra hoy vital importancia. Venimos a hablar de lo que se escucha por ahí y nos preocupa. Venimos a intentar decir algo intentando justificar la generosa convocatoria que nos hiciera el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mi profundo agradecimiento entonces a la Presidenta del Consejo, Maria Elena Naddeo en cuya gestión vimos nacer, crecer y consolidarse este espacio, y a quien fuera curso a curso armando la arquitectura de un lugar llamado hoy de referencia. Me refiero a mi querida maestra y amiga Eva Giberti que ha debido recientemente renunciar a la coordinación por haber sido convocada a cumplir funciones de responsabilidad y acción en la defensa de mujeres víctimas de la violencia sexual. Además de desearle a Eva lo mejor en su gestión y agradecerle una vez mas que siga sembrando en los tiempos que deberían ser de su cosecha, no quiero dejar de mencionar a su reemplazante, Lilian Fisher con sólidos antecedentes que nos permiten relajarnos en algo pese a la sentida partida de Eva.

Quiero aclarar que con relación a estos cursos solo he ocupado el lugar de escucha o disertante. Si algo de pertenencia parecen indicar mis palabras es seguramente como efecto en primer lugar por haber participado en casi todos y luego porque en los foros electrónicos que modero paulatinamente han sido adoptados como propios.

Verán entonces que son múltiples las razones para sentirme honrado por la invitación a disertar en este imponente marco que es la Legislatura Porteña.

La situación de la niñez está hoy sembrada de paradojas ya que una lectura ingenua podría hacer creer que nunca estuvimos mejor. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es una clara avanzada con relación a los derechos de niñas, niños y adolescentes, a nivel nacional finalmente contamos con una Ley de Protección Integral y hace ya mas de una década que la Convención Internacional por los Derechos del Niño está integrada a la Constitución Nacional.

Las provincias paulatinamente han ido incorporando legislaciones y reparticiones específicas y, como en Ciudad de Buenos Aires van ocupando espacios funcionarios sensibles en la temática y que en general promueven políticas publicas que suelen ser apoyadas y estimuladas por quienes tienen poder máximo de decisión.

No es este el espacio elegido para debatir sobre la Ley de Protección Integral. Tenemos algunas objeciones sobre su articulado y reglamentación asi como por la escasa participación que tuvieron en su elaboración algunos sectores de trabajo cotidiano con la temática. No obstante no se puede dejar de señalar que es un instrumento de vanguardia, perfectible, y que no es lo mismo debatir como mejorar un instrumento imprescindible, en vigencia que soportar un vacío que genera desamparo.

Nos esperanzamos a que quienes tienen capacidad de decisión sobre el tema convoquen y escuchen los aportes que se pretenden acercar. No son precisamente esos espacios donde deberían tallar narcisismos inconducentes que impidan mejorar lo mejorable.

Pero aquello que vengo a decir no pasa hoy por ahí sino por aquello que podríamos denominar el mas allá de la ley, aquello que persiste, y lo que retorna independientemente de la calidad de la legislación vigente.

Vamos a hablar del maltrato directo a l@s niñ@s en determinadas situaciones, fundamentalmente judiciales y del maltrato indirecto que se produce cuando quienes se ocupan de la defensa de sus derechos son a su vez maltratados, amedrentados, perseguidos, judicializados, y en no pocos casos quebrados en su voluntad militante y profesional.

Como escuché alguna vez decir a Gustavo Gallo, un jurista muy comprometido con la defensa de los derechos de la niñez, el patronato ya no existe en la legislación pero se aloja en la cabeza de un sector importante de la llamada familia judicial. Es decir, la legislación es fundamental pero no en pocas ocasiones se torna inconducente cuando quienes tienen la obligación de aplicarla interpretan desde una concepción patriarcal.

Probablemente un ejemplos ayude a entender la situación referida: Hace un tiempo en la Ciudad de Buenos Aires un fiscal pidió la indagatoria de un niño de cinco años acusado de robar un juguete a un compañero en la escuela. El fundamente del pedido que fue rechazado por el juez era que según la Convención Internacional de los Derechos del Niño, el acusado debía ser escuchado para que pudiera defender su posición aclarando las razones del robo.

Si algo podemos pedir en este momento es ¡¡Basta de leyes!! . Tal vez es hora de bregar porque se apliquen adecuadamente las existentes. Ya habrá tiempo de seguir engordando los códigos. Tenemos las legislaciones mas modernas pero a su vez también tenemos menores de edad condenados a cadena perpetua. Se nos dice que esto se solucionará con un régimen penal juvenil. No hay dudas de que con la mentalidad del sector mas importante de la Justicia argentina dicho régimen hará las veces de baja encubierta de la edad de imputabilidad. Los organismos internacionales presionan en ese sentido sin reparar en que estamos en un país en que la mayoría de los niños no tienen asegurado su diario sustento. Es decir, carencia en el ejercicio de sus derechos elementales. ¿sujetos de derecho?, ¿responsables de sus actos?. Estamos cerca  de que una legislación de esa naturaleza fomente la desigualdad y la judicialización de la pobreza. Tal vez en teoría no haya distancia de pensamiento con aquellas posturas, pero si no se valoran las condiciones de aplicación de los instrumentos que creamos seguiremos avanzando hacia nuevas frustraciones.

En este punto es necesario hacer un poco de historia para ir avanzando hacia el desarrollo del tema que nos convoca y que es de directo interés del auditorio que supongo mayoritariamente de docentes, trabajadoras sociales y profesionales de salud mental.

Hace unos años, sin clara conciencia del paso que estábamos dando nacía Ética y Psicología, un foro electrónico por mail que estaba llamado a ser una caja de resonancia en las denuncias contra el abuso sexual infantil, el incesto paterno filial, el maltrato contra la niñez y la violencia contra la mujer. En poco tiempo surge Psicología y Niñez, un foro con dos épocas, una primera donde hubo que tomar la decisión de desactivarlo ya que había sido invadido por integrantes de un grupo de padres fundamentalmente alejados de sus familias por la justicia a raíz de estar involucrados en actos de violencia o abuso sexual.

En una segunda época se convirtió en referente obligado en cuanto a intercambio, denuncia y debate sobre los padeceres extremos de la niñez. Se logró de esta manera la conformación de una red nacional que, sumada a lo ya existente permitió tener un panorama de un país donde la privación de justicia de los niños es moneda corriente.

Una de las evidencias de la potencia que estas redes de origen cibernético pueden tener en la esfera de la acción lo constituyó lo que dimos en llamar “La Movida Santiagueña”. Llegó a nuestros foros la denuncia de que una niña de tres años había sido abusada por su padre, un integrante de la familia que ejercía el poder en Santiago del Estero. La justicia no solo amparaba al abusador paralizando la causa e impidiendo el progreso de cualquier denuncia sino que estaba muy interesada en revincular a la víctima con su padre. Ante la decisión de un magistrado de producir el hecho por la fuerza la madre huyo a otra provincia con su hija y el juez ordenó la captura. La patrulla policial armada contra una mujer inocente y su hija violada por su padre era conducida por su padre abusador. Los familiares de la niña por vía materna denuncian públicamente la acción lo cual obliga al juez a volver sobre sus pasos reinstalando la medida cautelar. Todo vuelve a la “normalidad”...o sea...nadie investiga.

Es en este punto en que contactados con familiares de la niña y organizaciones solidarias locales realizamos la movida santiagueña que consistió en una serie de actos de amplia repercusión pública y multiplicación en los medios. El abusador fue finalmente procesado y detenido. Tiempo después un cambio de carátula le permitió salir en libertad. El proceso aún sigue pero la niña, merced a la decidida acción de su familia logró elaborar el trauma y desarrollar una personalidad equilibrada. Enrique Stola y Liliana Pauluzzi me acompañaron en esas memorables jornadas.

Quien quiera profundizar el relato de estas jornadas podrá leer el libro que el Consejo, junto con Lugar editorial publicara el año pasado sobre abusos sexuales y maltratos o ingresando a mi página www.jorgegaraventa.com.ar.

Paralelo a esto se venían desarrollando en distintos lugares acciones que devastaban la impunidad con que abusadores se movían hasta ese momento. Fueron surgiendo distintos servicios especializados en hospitales, centros de salud, comisarías y dependencias judiciales. La legislación fue modificándose aunque no todo lo que desearíamos. Una de las principales victorias fue la relativización de lo privado. Los “actos privados” y las acciones ocurridas puertas adentro de una familia eran un reaseguro de impunidad. Los avances legales lograron convertir el daño de cualquier índole sufrido por un niño en cosa pública. Si hay maltrato o abuso hacia un niño y este a su vez está desprotegido tenemos todos derecho y deber de denunciar.

Así como se fue desenmascarando el concepto de lo privado como nido de impunidad cada vez se fue haciendo mas necesaria la conceptualización de las situaciones en las que interveníamos y de las intervenciones mismas. Es decir, comenzábamos a producir teoría con lo cual se dinamizarían prácticas al estar dotadas de sustento.

Es menester aclarar que mas allá de nuestros foros existían otras redes con trabajo efectivo y contundente. En todo caso lo que logramos al propiciar las posibilidades inagotables de Internet fue dinamizar la comunicación, informarnos de que lo que ocurría aquí se repetía en distintos lugares del país y del mundo, coordinar acciones, sostenernos e intercambiar lo que veníamos pensando e esos momentos.

Los grupos pioneros venían sufriendo presiones y agresiones. La unidad de concepción y de acción en relación a intervenciones pertinentes logró neutralizar bastante la ofensiva. Las redes se mostraron eficientes como herramientas de concepción y acción: Sin embargo hoy volvemos a encontrarnos con un panorama sumamente preocupante. No solo hay colegas que han sufrido intimidaciones y agresiones físicas directas sino fallos judiciales desmoralizantes con el consiguiente efecto de temor, parálisis y disgregación.

El tema es que este rebrote, absolutamente esperable salvo en accesos de optimismo ingenuo trae aparejada una novedad que es la optimización de herramientas por parte de quienes defienden abusadores que instala un nuevo escenario, la disputa en el campo de las “ciencias”, de las conceptualizaciones, de las fundamentaciones. Agreguemos que con la difusión de la temática en los medios de comunicación, ya que el la Universidad sigue ausente salvo algunos posgrados de excepción que corresponden mas a iniciativas personales, se han incorporado nuevo profesionales al trabajo con abuso y violencia cuya falta de formación específica deviene en intervenciones iatrogénicas o perjudiciales incluso para si mismos.

Sostenemos que, independientemente de denuncias o acciones públicas imprescindibles que puedan hacerse sobre situaciones puntuales es el momento de consolidar el principio de una formación específica, sistematizada y continua. La formación general recibida en grado no es suficiente ya que estas problemáticas encierran características particulares y de nada sirve poner en evidencia todas las maniobras que se evidencian si en el momento de exponer nuestras conclusiones no logramos la contundencia teórica y solidez conceptual imprescindible para fundamentar lo que hemos apreciado.

Podemos pensar lo hasta aquí expuesto como lo básico con que operamos en situaciones de abuso, incesto y violencia familiar pero nada de esto es suficiente si además no se cuenta con una sólida formación clínica, conocimientos básicos de derecho dado el inevitable entrecruzamiento y vocación por la interdisciplina.

Eva Giberti advierte reiteradamente sobre la ineludible vigilancia epistemológica que todos debemos ejercer sobre las concepciones que determina nuestras prácticas. La autora  se ha ocupado largamente de encontrar formas de dar solidez al conocimiento de la disciplina: de allí que los  ejercicios que realizamos durante las clases dedicadas a la Deontología   jaquean los conocimientos adquiridos  que además comprometen las propias convicciones personales. Lo habitual es que los alumnos respondan desde el saber moral pre-reflexivo que es un saber que apunta a la idea de lo bueno y lo malo, un saber espontáneo que no precisa de la filosofía, un saber difuso, fácilmente deducible a partir de racionalizaciones. Este saber moral pre-reflexivo es necesario, pero el riesgo de su aplicación reside en que con facilidad se lo adapta a los propios intereses.

 

La Universidad pública no ha tomado el tema y no parece por ahora demasiado dispuesta a incluir en sus currículas, al menos en psicología, una problemática que a esta altura debería ser ineludible en los claustros académicos. Seguirán abundando entonces colegas que insistan en fórmulas invisibilizantes como aquella que sostiene que no importa si un abuso existió o no, sino que lo que importa es la fantasía que el paciente tiene al respecto, a partir de lo cual, con la doctrina del perverso polimorfo se avanza hacia las múltiples maniobras seductoras con que aquel o aquella, generalmente una niña, quebró la fortaleza moral de aquel pobre adulto, generalmente el padre, que entonces cae irremediablemente en los brazos del incesto.

Y es en consecuencia con estos principios que pensé que esta charla podría dividirse en dos fases. La primera, mas general que podemos ir dando por terminada y la segunda, en la que nos introducimos inmediatamente que apunta a brindar algunos conceptos inevitables para ir enriqueciendo la caja de herramientas con que cada uno se moverá en su disciplina. Haremos un recorrido de lo mas elemental a lo mas complejo.

En este punto quiero disculparme si algunos de Uds. Han escuchado desarrollos delos que aquí traigo. Si me reitero es porque la realidad se reitera y hay que plantear estas temáticas en cuanto escenario se nos propicie.

Es bastante difícil entender las situaciones que nos ocupan sin la incorporación de la perspectiva de género como develador de las relaciones de poder dentro de la sociedad, el concepto de patriarcado como representante de una concepción hegemónica social que pone a la mujer y a los niños en relación de sumisión abierta o por vía de colonización mental al servicio del deseo masculino, la noción de backslash que corporiza la reacción violenta y en cadena de quienes pierden privilegios e impunidad con nuestras denuncias mas la comprensión y conceptualización del síndrome de burn out que nos permitió advertir las razones por las que profesionales absolutamente comprometidos con el tema de pronto desertaban ya sea de su práctica o especialidad o, enarbolaban teorías opuestas a las sustentadas hasta ese momento es el camino recorrido con sumo esfuerzo pero con convicción y sustento.

Suele afirmarse que el de patriarcado es un constructo teórico sin reflejo en la realidad o que es una concepción que corresponde a un pasado ya sepultado.  El patriarcado no solo existe sino que su salud no parece prever riesgos de importancia en el futuro inmediato. Miles de años de civilización validan su existencia, no solo en el entramado social y en los hombres, beneficiarios directos de su predominio, sino que hay una garantía de sustento al habitar vía colonización cultural, la mente de muchas mujeres que reproducen el discurso y los actos de la dominación, o lo que es lo mismo, de su propia sumisión.

Cuando hablamos de patriarcado, por intentar una definición solamente orientativa, hablamos de un ideario con consecuencias constantes en la vida cotidiana. Es ese sistema de pensamientos, ideas, normas, prejuicios, acciones varias, etc que legitima para quien no ejerza un pensamiento crítico, la subordinación de la mujer, y por extensión los niños y las niñas al “ natural” dominio de los hombres.

Una aclaración adicional: la lucha por la igualdad de derechos puede tener una resolución falaz, que es la apertura de espacios sin las herramientas que permitan el ejercicio. Un claro ejemplo es la de la participación política que sin la discriminación positiva que establece el cupo para la participación femenina, reproduciría, aunque en forma encubierta, los mecanismos de desigualdad.

El reinado patriarcal no hace distinción de sistemas políticos, religiones, clases sociales o niveles culturales y si no hay una estricta vigilancia ideológica, también fija su dominio en quienes combatimos su presencia.

Es en este sentido que cuando hablamos de violencia familiar hay que tener cuidado que no sea una denominación que encubra lo que en realidad suele ser violencia contra la mujer o los niños. La misma duda nos acosa cuando se habla de sistema familiar violento ya que esta denominación hablaría de actitudes equiparables cuando en realidad suele tratarse de víctimas y victimarios.

Aclarando: no digo que no exista la violencia familiar o domestica ni afirmo que no haya sistema familiares violentos. Digo que hay que ser muy claros en el diagnóstico y la denominación a fin de no incurrir en injustas tergiversaciones. Porque lo cierto es que las estadísticas son contundentes en ese sentido señalando la alta incidencia de mujeres y niños como víctimas de las violencias y abusos en los hogares.

Sabemos que estas cuestiones tienen una cierta validación social, razón por la que cada vez que podemos reiteramos que no se puede seguir pensando el maltrato como una herramienta correctiva equivocada pero bien intencionada, ni el abuso sexual infantil como una compulsión sin freno.

Ni el maltrato tiene por objeto una niñez sana, ni el abuso responde a una necesidad sexual. Siempre estamos ante distintas formas de abuso de poder, de usufructo de privilegios, tomen el disfraz que tomaren.

El abuso sexual en cualquier grado, produce daño psicológico severo. Cuando digo cualquier grado, me refiero también a la tentativa. De cómo el niño haya reaccionado depende también la reestructuración psíquica.

Estos acontecimientos producen siempre desestructuración psíquica. Si el niño cree haber experimentado placer, o haber sido partícipe activo del abuso, la sensación de culpa potenciará enormemente el sufrimiento

En consonancia con lo anterior haremos referencia al mas oculto y negado de los delitos contra la niñez, cuya frecuencia y extensión es bastante mayor que los bien intencionados pueden suponer.

Me refiero al incesto ocurrido entre un padre y su hija/niña, que como bien dice Eva Giberti, que ha dedicado un estudio muy meticuloso sobre el tema, " constituye la violación de una menor a la que su progenitor victimiza y a la que una calificación técnica nomina abuso sexual incestuoso".

Agrega la autora que: " al haberlo incluido en el rubro abuso sexual, se omite el reconocimiento de lo incestuoso como categoría autónoma en la cual existe un victimario cuyo perfil se define por haber concebido a la víctima, y de hecho, por tener la obligación social, civil y psicológica de tutelarlo. Datos que abren un espacio con significación propia..."

" ...el incesto que describimos se caracteriza porque el padre que viola a su hija instala un vínculo sexual genital con ella que persiste en el tiempo y porque le exige a la niña guardar silencio acerca de dicha relación, circunstancias que tipifican el hecho con características propias."

Se plantea en este lugar otra cuestión: la afirmación que circula acerca de que los abusadores han sido niños abusados no se corresponde con lo que se encuentra en la clínica. Los adultos que han sido niñ@s abusados desarrollan en general patologías absolutamente distantes de la agresión hacia los otros. Mas bien, desde sus eternas sensaciones de vacío, desvalorización, cosificación y desamparo pueden tender a repetir situaciones de sumisión y abuso en todas sus formas aún de adultos.

Apenas unas palabras para un tema también complejo como es el delito de estupro. Podemos hacer un aporte fundamental al tema si logramos establecer si aún cuando media consentimiento se puede detectar la presencia previa de actos de corrupción sexual que hayan llevado a violentar o acelerar el camino psicosexual del menor (me refiero a menor con relación a la edad).

Algunos colegas al plantearse la cuestión preventiva sostienen la necesidad de asistencia terapéutica de los abusadores. La perspectiva no es la mas alentadora. Además de nuestra experiencia en el campo de las terapias recurrimos a las manifestaciones del juez. Rozanski quien al fundamentar por que descree en el trabajo terapéutico con ellos destacó que en los años que lleva como Juez, y no son pocos, ha visto una importantísima cantidad de abusadores pese a lo cual jamás se encontró con ninguno, que aún condenado admitiera su delito o mostrara algún tipo de arrepentimiento.

Trabajar con el ASI no es sencillo. Implica un aceptar previo de los caminos inusuales por donde ha de internarse nuestra práctica ya que, mas intensamente que con otro tipo de problemáticas estaremos en un entrecruzamiento inevitable como mínimo con el derecho y el trabajo social, las mas de las veces con representantes ligados a la Justicia.

Cuando hablamos de ciencia nos internamos en el campo de los fundamentos y refutaciones.

El trabajo con ASI se presta a subjetividades y nos lleva al riesgo de tomar partido y emitir opiniones. Difícil es no hacerlo cuando estamos frente al dolor de un niño o una niña destrozad@s por el sufrimiento. Si no logramos el adecuado manejo de nuestras emociones poco ayudaremos a la víctima y a nuestro trabajo. Es necesario sustraerse a la maraña afectiva para poder emplear nuestras herramientas con idoneidad.

Transitamos un campo minado, uno de los bastiones del patriarcado por lo tanto no es extraño que al tratarse de situaciones irremediablemente judicializadas se produzcan reacciones de suma virulencia que apunten a una vuelta de campana donde víctima y victimario troquen sus lugares en connivencia con actuaciones legales poco claras o manifestaciones de supuesto corte científico sin fundamentos ni validaciones en la clínica.

Decía que es imprescindible correrse del campo de las afirmaciones para sostenernos en el área de lo conceptual que es o debería ser nuestro fuerte.

Esto no implica desposicionarnos ética y moralmente, ya que estamos encarando una situación de aguijoneante actualidad.

Dice Eva Giberti...“La parentalidad no garantiza trato considerado hacia l@s más pequeñ@s : las familias son capaces de instituírse  en núcleos de violencia contra ell@s. Las instituciones escolares  pueden  incorporar malos tratos físicos y psicológicos ;y la experiencia pone de manifiesto, cotidianamente, que el abuso sexual contra niños y contra niñas  encontró, en el ámbito escolar un territorio privilegiado para disponer de criaturas según las preferencias del abusador.”

Cuando un profesional decide trabajar con víctimas del ASI debe tener clara conciencia de la ineludible obligación de estar solidamente formado en técnicas de entrevistas con niñ@s,  estructuras psicopatologicas, modalidades de intervención y al menos conocimientos acerca de la implicancia jurídica que envuelve a la problemática.

Como dice la Dra. Virginia Berlinerblau, los profesionales de la Salud Mental pueden hacer contribuciones sustanciales a la Justicia al explorar técnicas que ayudan a los niños a comunicar sus experiencias de manera precisa y completa.

Al respecto, la prestigiosa psiquiatra alega: “Los entrevistadores de niños que alegan abuso deberían tener varios años de experiencia en el trabajo con niños y formación en salud mental, protección infantil y el sistema legal. La formación del entrevistador debería contemplar un entrenamiento previo que incluye como elementos cruciales:

la revisión de la literatura sobre el desarrollo emocional, cognitivo y lingüístico de los niños;

entrenamiento en técnicas para asesorar la competencia legal y lingüística  y para obtener declaraciones de los niños usando preguntas no dirigidas y técnicas de entrevistas adecuadas;

antecedentes de formación sobre la dinámica del abuso de niños y su impacto emocional en el niño y su entorno;

son esenciales la educación continua bajo la forma de consultas a colegas, la actualización de la literatura y de cuestiones legales.,

el proceso de entrenamiento es de por vida, los principiantes de hoy devienen en los expertos del mañana.”

Estamos hablando de una temática en la que no todo el mundo puede trabajar y donde la consecuencia de intervenciones desacertadas o erróneas, mas allá de la intencionalidad redunda en severos sufrimientos para las víctimas.

Dice la Lic. Carmen Frias: “ Las consecuencias del abuso sexual infantil, emocional y físicamente, son absolutamente dañinas y uno las puede encontrar y los psicoanalistas las encuentran en sus consultorios, 20 ó 30 años después en las terapias de las personas que han sido abusadas. Entonces me parece que también, -y esto forma parte de un abordaje crítico de la profesión que uno decide ejercer-, tiene que haber un profundo reconocimiento de hasta dónde uno puede enfrentarse con esta temática y si uno puede y piensa que puede darle para adelante. Lo que hay que hacer en forma inmediata es capacitarse.”

El niño siempre es la víctima. al decir de Carlos Rozanski: "En cuanto a la responsabilidad del abuso, siempre es del abusador. No hay excepción, ni posibilidad alguna de derivar esa responsabilidad a la víctima. Los intentos son frecuentes porque es lógico y es natural que el victimario, una vez denunciado o hecho saber el episodio, trate de derivar esa responsabilidad, lo cual no puede llamar la atención. Tampoco debe sorprender que muchas veces dentro de la propia familia -en los casos de abuso intra familiar-, y por las características del fenómeno, acompañen al abusador en la descalificación de las criaturas. Pero lo que en cambio muchas veces sorprende es que, en algunas instancias de las propias instituciones que intervienen, algunos operadores lleguen a utilizar argumentos que o bien eliminen o bien atenúen la  responsabilidad del abusador.

Esto tiene que ver en el caso de las adolescentes, con la recurrente argumentación de que “provocaron” al acusado. Es el conocido mito de Lolita. Mucha gente cree que el mito de Lolita, por el hecho de estar hoy difundido y que se han hecho varias películas se ha modificado la importancia de plantearlo en la práctica y ello no es así. Todos los días, muchos operadores recurren a  esas argumentaciones para disminuir la responsabilidad de los abusadores en el marco de denuncias que  con frecuencia finalizan en impunidad.

Otro de los aspectos vinculados a la responsabilidad es el que tiene que ver con los facilitadores, que son las circunstancias que posibilitaron el abuso. En ese sentido, tanto el aludido mito de Lolita como otras situaciones específicas en las que se produjo el abuso, son argumentadas para dividir responsabilidad. Los facilitadores no tienen absolutamente nada que ver con la responsabilidad. Pueden haber existido, de hecho siempre existen, si no hubiera facilitadores seguramente no existiría el hecho en sí mismo. Es decir, si el chico no fuera chico, no estaríamos hablando de abuso sexual infantil, si no hubiera una relación de  poder y un espacio para que ese poder en manos de una persona que abusa se traduzca en hecho concreto, tampoco estaríamos hablando del fenómeno. En síntesis, los facilitadores siempre existen, lo que no se debe tolerar es que sean utilizados como atenuantes de algún tipo de conducta abusiva.

Las consecuencias psicológicas en las criaturas son enormes: los sentimientos de culpa, la baja autoestima, la depresión, el miedo, la vergüenza, las pesadillas, la claustrofobia, las tentativas de suicidio, la dependencia, la prostitución. Nombro solamente algunas, de las tantas consecuencias que puede haber como trastornos derivados del abuso

mecanismos de defensa que desarrollan muchas personas que han atravesado situaciones de alto contenido traumático y en este caso las víctimas infantiles de abuso sexual continuado. En un principio estos mecanismos actúan como algo ventajoso, es decir, como un mecanismo que le permite seguir adelante. Una criatura que está siendo abusada en su casa todas las noches, cuando recibe la visita en su cama de su padre o de su padrastro o de algún otro allegado, se disocia. Se dispara este mecanismo de disociación que le permite ir a la mañana al colegio. Entiendo que si no se pusiera en marcha el mecanismo que sintéticamente describí, la mente de la criatura no podría resistir.

Así, por ejemplo la criatura que tantas veces se obliga a entrar en una sala de audiencias, con desconocidos de traje y corbata, situación de por sí bastante traumática y que con frecuencia actúa como disparador de ese mecanismo disociativo. En esas condiciones, lo lógico, lo normal, lo humano y lo inequívoco es que esa criatura no pueda responder a aquellas inquietudes que tengan los que pretendan interrogarla. De ese modo, si no se tienen en cuenta las características del fenómeno así como de los mecanismos aludidos, las interpretaciones que se hagan de los “silencios” de las víctimas pueden ser lamentables. De hecho si los responsables de esas audiencias conocieran algo del fenómeno, no obligarían a las criaturas a entrar a esa sala.

El abuso sexual infantil engloba una amplia gama de actividades sexuales, con y sin contacto físico como el exhibicionismo, voyeurismo, estimulación de genitales, sexo oral, masturbación del adulto y/o del niño, penetración genital con el dedo y/u objeto, etc. Mas allá de la aparente obviedad de estos ejemplos no para todos resulta evidente. En una reunión en un country del Gran Buenos Aires donde se evaluaba como actuar ante el presunto abuso que una niña había sufrido de parte de un profesor de educación física, una de las madres indagó...”¿estamos hablando de abuso o de que le bajó la bombachita y le tocó la cola?” . Una fiscal afirmaría sobre el mismo caso: “Tenemos que ser muy cautelosos. Puede ser que se le haya bajado la bombacha a la niña con clara intención de abusarla o sencillamente estar ante la errónea pero inocente intención del docente de establecer un juego con la niña sin connotaciones sexuales”

Al hablar del abuso sexual infantil entonces hay que tener en claro que no es sinónimo de violación porque raramente el agresor utiliza la fuerza física para un asalto sexual que no ocurre de manera impredecible ni repentina, sino que generalmente se trata de un vínculo abusivo que se va construyendo en el tiempo en base al manejo de la confianza, la autoridad o el poder.

Por otro lado ayuda bastante saber que es muy raro que un niño fantasee o imagine sobre algo que esta fuera de su campo de experiencia. Tampoco es común que las mentiras infantiles incluyan experiencias de victimización sexual y menos aún que estas aporten detalles concretos que remiten a sexualidad adulta."

Cuando se trata entonces de estas situaciones que minan irremediablemente la felicidad de la niñez apreciamos dos cuestiones que de cualquier manera se deducen fácilmente del recorrido que venimos haciendo. Las violencias en sus dos formas, destrato, pero fundamentalmente maltrato tiene un cierto consenso social habida cuenta que del continuum que va del chirlo a la paliza, de la ironía al insulto difícilmente haya un hogar que no lo practique en algún grado bajo esa forma de sometimiento y maltrato tan difundido que son los límites. Ya dedicaremos un trabajo específico a este tema tan añorado por algunos sectores represivos ante el avance de los derechos de la niñez.

Una primera conclusión entonces es la sociedad actual no puede eludir responsabilidad en el maltrato o destrato a que es sometida nuestra niñez. Acción u omisión generan efectos, aprueban políticas, eligen gobiernos y perpetúan el maltrato hacia los grupos sociales mas expuestos.

O sea,  la sociedad como organización de hombres mujeres y niños, estos a cargo,  no puede seguir eludiendo la responsabilidad de esto que ocurre en su seno, y menos aún proseguir en la elucidación de teorías que justifiquen lo injustificable. La ciencia, y sobre todo la Psicología y la Psiquiatría necesitan  avanzar en el estudio de las causales de las conductas violentas y abusivas, pero esos avances deberían estar al servicio tanto de la prevención como de la justicia a fin de intentar evitar repeticiones y sancionar delitos y no, como suele ocurrir, para mostrar que un sujeto abusador, maltratador, violento o violador, prisionero de su educación o cultura no ha tenido posibilidades de sustraerse a un destino prefijado.

 

Cabe aquí la pregunta...¿hablamos de víctimas o sobrevivientes?. . Sigo prefiriendo la denominación de víctima por sobre la de sobrevivientes ya que grafica de mejor forma la situación por la estos niños han atravesado. Sobrevivientes tan vez pueda corresponder a una etapa posterior al recuerdo y la elaboración.

Reconociéndonos psicoanalistas a muchos de los que trabajamos en el tema se nos ha preguntado si hay alguna explicación a la ondulante actitud de nuestra disciplina hacia el tema. No son lo mismo las instituciones psicoanalíticas que los psicoanalistas.

las primeras teorizaciones freudianas postulaban el abuso sexual infantil como causa recurrente en las psiconeurosis. En 1897 en una carta dirigida a Fliess revisa sus postulados para sostener que los constantes abusos denunciados fundamentalmente por las pacientes no constituyen otra cosa que la proyección de sus fantasías edificas incestuosas. Una de las razones que Freud esgrime entonces es la gran cantidad de padres abusadores que existirían, incluido el suyo propio. Una lectura mas atenta permite vislumbrar que el abandono de la seducción traumática fue parcial pero la señal fue suficiente para silenciar generaciones de psicoanalistas.

No obstante, volviendo a Ferenczi, este retomará el tema y lo esbozará 35 años después frente al propio Freud en lo que algunos señalan como el momento de ruptura definitiva del maestro con uno de sus mas preciados discípulos.

Ferenczi en la citada conferencia atribuye los fracasos en los tratamientos al abandono “injusto”del hecho traumático.

En palabras del propio psicoanalista húngaro: nunca se insistirá bastante sobre la importancia del traumatismo y en particular del traumatismo sexual como factor patógeno. Incluso los niños de familias honorables de tradición puritana son víctimas de violencias y de violaciones mucho más a menudo de lo que se cree. Bien son los padres que buscan un sustituto a sus insatisfacciones de forma patológica, o bien son personas de confianza de la familia (tíos, abuelos), o bien los preceptores y el personal doméstico quienes abusan de la ignorancia y de la inocencia de los niños. La objeción de que se trata de fantasías de los niños, es decir de mentiras histéricas, pierde toda su fuerza al saber la cantidad de pacientes que confiesan en el análisis sus propias culpas sobre los niños.”

Ferenczi señala que cuando un niño ama a un adulto dicho amor se sostiene en el ámbito de la ternura y que la erotización no es otra cosa que el desvío patológico del adulto.

No es menor el lugar que da en este escrito a la sumisión del niño al adulto, situación que Ferenczi traslada a otras situaciones de asimetría tales como la relación analista- paciente.

Cuando se postula algún tipo de revinculación entre una víctima y el victimario es importante establecer un previo que sea la voluntaria sumisión de este a la justicia y el cumplimiento resignado y concientemente aceptado de la pena impuesta por la sociedad. Cualquier variable nos colocaría ante un como si revinculante que tan solo operaría como una revictimización.

Antes mencioné el burn out y quería hacer algunas precisiones. Se trata de un fenómeno que literalmente significa incinerarse, quemarse, achicharrarse dentro de una actividad específica. En este caso vinculada a la violencia y al trabajo con víctimas de violencia y también con victimarios. Hay una crisis muy grande que sufren quienes a diario trabajan en esos ámbitos. Esto incluye por supuesto a los jueces, que trabajan tanto con la víctima como con el victimario. Este fenómeno que se puede producir en la actividad profesional de quienes están en contacto con violencia o con víctimas de violencia, se diferencia del  estrés fundamentalmente en que el burn out afecta la identidad profesional, mientras que el estrés no. 

La importancia de tener en cuenta esta clase de fenómenos radica en que,  quien dentro de una institución tiene afectada su identidad profesional por trabajar en la problemática en sí misma y no recibir la contención institucional adecuada, no está en condiciones de proteger adecuadamente a las víctimas. En nuestro país, aún no se ha tomado la debida conciencia de la dimensión del problema y de sus consecuencias para los profesionales que lo padecen, y en el tema que nos ocupa, para las víctimas a quienes se desprotege. 

En otras palabras, no tomar conciencia adecuada de esto y no procurar los niveles aceptables de capacitación, tiene como consecuencia que el espectro de gente que está trabajando mal sea muy grande y que por momentos el panorama sea desalentador. Lo único que ayuda a tener esperanzas es que estemos hoy hablando de esto y que haya tanta gente interesada en discutir este fenómeno.

Hay algún otro camino complementario a lo que venimos planteando? : La sanción social civilizada, como es el veredicto que surge de un alto tribunal es fundamental en la reconstrucción psíquica posterior a la devastadora acción que seguramente el abuso sexual produjo en la mente de un niño o una niña.

La clínica nos muestra que los efectos del maltrato físico y psicológico en la niñez deja huellas inevitablemente que el terapeuta ha de saber detectar para poder operar sobre un aspecto de la psiquis que mas que en forma de síntoma puede presentarse como una forma de vulnerabilidad con altos costos sociales para el individuo.

Estamos hablando de rasgos sintónicos cuya sumatoria puede terminar delineando una personalidad vulnerada y vulnerable con múltiples disfraces sociales donde la inhibición de toda forma de agresión no es un dato menor.

Pero la realidad da cuenta de que cuando esos maltratos o abusos provienen de las organizaciones familiares serán probablemente los docentes los que, capacitados tendrán la primera versión de demanda de parte de la niñez vulnerada.

La detección a tiempo es la oportunidad que el niño da a la sociedad y la sociedad al niño.

Sólo no se puede y todo no se puede suelen ser frases concurrentes en el diálogo con nuestros pacientes. Si escuchamos nuestra propia declamación, si resignamos ambiciones, si de verdad comprendemos que la disciplina sumante en la multidisciplina es el camino tal vez no podamos todo pero si bastante.

Si además incorporamos, practicamos y exigimos que además de trabajar con la enfermedad hay que vérselas con la salud y diseñar lo preventivo habremos avanzado muchísimo. Porque para exigirle al Estado las imprescindibles políticas sociales es fundamental que la prevención se instale en nuestras cabezas como la principal herramienta para modelar un futuro cierto para los niños, niñas y adolescentes, las organizaciones familiares y en definitiva toda la sociedad.

Debemos a Alicia Ganduglia una conceptualización rigurosa del Backslash al que considera, y coincidimos, un nuevo factor de riesgo. Un hallazgo de la autora es haber podido establecer, mas allá de descripciones globales, la especificidad de un backslash argentino. “Siguiendo al Webster Dictionary, Myers (1994) define al  backlash como una fuerte reacción adversa a un movimiento político o social. En el habla común un backlash es una respuesta negativa a un  paso adelante positivo y constructivo. Sostiene Myers que “para nuestros propósitos el paso positivo es el progreso en las dos últimas décadas respecto al abuso de niños, y el backlash es la escalada de críticas a coro contra los profesionales que trabajan en la protección de la infancia”. “en nuestro país el backlash  dirigió sus críticas a:

Los psicoterapeutas y trabajadores sociales de los equipos dedicados a abordar a la Violencia Familiar en sus distintas formas (entrando en colusión voluntaria o involuntariamente con los profesionales que desde distintas teorías psicopatológicas negaban el fenómeno no sólo como clase sino como especialidad legítima).

A los abogados defensores de las víctimas.

A los operadores judiciales sensibilizados con el tema que más reacción despertó entre las distintas categorías de maltrato infantil: el abuso sexual intrafamiliar.

lo más característico del backlash en este campo: se ataca e inhibe a aquellos profesionales que, de acuerdo al conocimiento acumulado en el campo de la protección de la infancia, evalúan y abordan los vínculos familiares fallidos con estrategias acordes a la gravedad de sus consecuencias. Algunas formas poco originales con las que se pretende inhibir a quienes consideran necesario intervenir en la “intimidad” de la familia son el agravio y la injuria en artículos y jornadas; las denuncias por mala praxis, amenazas telefónicas; burdas descalificaciones que los asimilan a los nazis, los cazadores de brujas, los generadores de histeria de masas, etc.

Respecto de los profesionales, tanto internacionalmente como en nuestro país, la literatura del backlash gira siempre alrededor de los siguientes temas, en distintas versiones:

La poca confiabilidad del relato de los niños debido a la inmadurez de su desarrollo.

El uso de técnicas inadecuadas por parte de los entrevistadores.

La falta de decisiones de los equipos especializados y las intervenciones judiciales   basadas en el conocimiento de hechos surgidos de evidencias producto de investigaciones.

Los criterios sesgados de una cantidad importante pero no especificada de profesionales   que trabajan en la protección de la infancia.

La corrupción de los  profesionales en una proporción igualmente no especificada (Wakefield y Underwager, 1988).

Abogados, jueces, psicoterapeutas y trabajadores sociales engrosan las filas de los acusados y deben enfrentarse cotidianamente a una retórica  cuya “estrategia es descalificar e intentar acallar las voces de quienes defienden los derechos de los más débiles. Para ello se ignoran largos años de estudio e investigaciones sobre el problema de la Violencia Familiar, y se los suplanta por un discurso terrorista y panfletario. Lo alarmante es que ese discurso comience a ser sostenido por instituciones que tienen la obligación de basar sus decisiones en el conocimiento científico más que en los prejuicios, mitos y opiniones panfletarias” (Corsi, 2001).

A lo planteado por la autora de lo cual hemos extraído apenas una muestra, hay que agregar que estamos viviendo un rebrote que incluye en esta etapa actos directos de violencia. Un conocido abogado penalista fue amenazado y golpeado en las inmediaciones del palacio de Tribunales mientras que un psiquiatra que es testigo comprometedor en un resonante caso no solamente ha sufrido dos asaltos en su casa con actos de violencia física sino que está tolerando un bombardeo de cartas documento que, podemos sospechar,  apuntan a quebrar su voluntad testificadora.

El backslash se corresponde directamente con el Síndrome de Burnout. Es en un trabajo de Eva Giberti donde encontramos el análisis mas riguroso del concepto. “Los operadores y las operadoras  que se ocupan de las víctimas de  violencias, cualquiera fuera la estirpe de las mismas, podrían  aportar sus testimonios acerca de los padecimientos personales que sobrellevan aquellos  que  no sólo reciben denuncias  y escuchan a las víctimas, sino también quienes además deben defenderlas, o buscar recursos para  paliar las situaciones de extrema necesidad en las que algunas de ellas se encuentran. Tarea que cumplen en instituciones cuya organización y funcionamiento coadyuva en el desajuste emocional que inicialmente se diagnosticaba como estrés  sin diferenciarlo  del burnout.

En nuestros ámbitos profesionales aún no era habitual mencionar el burnout, si bien se había comprobado  que ser testigo (escuchar y mirar)  de violencias de diverso calibre, cumpliendo con la propia práctica profesional, generaba en determinados operadores  una patología que con frecuencia se asimilaba al estrés. Sin embargo se diferencia de éste, no en los síntomas  visibles, sino porque afecta la identidad profesional de los operadores, patología que el estrés  no genera. (Giberti E., 2001).

El cuadro conocido como burnout  remite a quemarse por afuera o estar quemado. Quemados -podríamos decir achicharrados- resultarían los operadores como efecto de la permanente  práctica con personas que padecen enfermedades, padecimientos crónicos o víctimas de violencias. El burnout  suele describirse como síndrome de agotamiento con características psíquicas particulares, a veces clasificado como over compassion fatigue.

Dejamos intencionalmente para el final la mención de la última herramienta que esgrimen quienes pretenden desacreditar la palabra de los niños que acusan a los mayores de haberlos sometido sexualmente. Me refiero al SAP o Síndrome de Alineación Parental, una descripción que llevara a cabo Gardner, un sargento- psiquiatra del ejercito norteamericano hace mas de 20 años. Este cuadro nunca obtuvo credibilidad científica, es decir, validación y coherencia conceptual y confrontación y nueva validación con la casuística. En Argentina, si bien tiene una presencia desde hace varios años es evidente que últimamente, siguiendo una estrategia pergueñada con prolijidad aparece cada vez con mas contundencia, se aplica en algunos casos resonantes, ya sea con su contenido básico o su esquema circular de razonamiento y es una constante últimamente enCongresos tanto de la especialidad psi como jurídica.

María José Blanco Barea, una jurista española que se ha dedicado a desmembrar el tema atribuye a la globalización la penetración que el cuadro ha tenido primero en España y luego en América Latina. Señala la autora la proliferación de congresos y jornadas sobre el tema, mas cursos a miembros del poder judicial que luego se ven coronados con sentencias “ejemplares”. La profundidad y extensión con que la autora trata el tema en varios artículos y un libro exceden nuestras posibilidades de trasmisión en este escenario.

El llamado SAP es una controvertida teoria psicológica, que se intenta  introducir en conflictos de tenencia/regimen de visita,  basada sobre la presunción de que si un niño rechaza a su padre, en el contexto de un litigio como el mencionado, la  única causa  de esta “alienación” es un consciente o inconsciente “lavado de cerebro” por parte de la madre.

Osvaldo Fernández Santos nos dice: “Es un error grave, en medio de la discusión descalificar al SAP por no ser considerado en el DSM IV (y esto más allá de que vaya rumbo a ser incluido en el DSM V), es una chicana más que un argumento serio, y además una contradicción cuando uno rechaza los fundamentos epistemológicos  del monumento a la psiquiatría descriptiva.
Efectivamente el SAP es una construcción inteligente y extensa, pero sobre una base burda. Es fundamentalmente una ideología perversa, acorde a sus condiciones y metas de partida (la defensa de abusadores sexuales de niñ@s). Más allá, de que la prolífica literatura surgida a partir de la estrategia de Gardener, especialmente alguna de autores latinoamericanos, le ha otorgado al discurso de base un léxico de perfil académico, no deja de ser una ideología.
Si una teoría científica se define desde el consenso que logra establecer en el imaginario colectivo, en su imposición dentro de las representaciones sociales dominantes en la sociedad, entonces estamos ante una discusión científica con los escuderos del SAP; si
partimos de la base de que una teoría para constituirse en científica debe dar cuenta  de sus
conceptos fundamentales, nos encontramos en una discusión ideológica con los escuderos, para la cual necesitamos tener preparación científica. Esto no implica banalizar la fortaleza del SAP, sino cuidarnos de no quedar entrampados otorgando a su discurso un
valor del cual carece.
El SAP parte de dos premisas, a las que otorga valor de verdad revelada: 1) que los niños son "programables" y 2) Que las mujeres (generalmente) son alienadoras de sus hijos en los procesos de separación parental. Haciendo tabla rasa con años de estudios sobre la constitución del psiquismo infantil y la construcción de la subjetividad, sin otro fundamento
que su simple enunciado. A partir de estos postulados, encaran situaciones existentes y recurrentes en algunos momentos, a veces durante todo el proceso de un divorcio. Hacen una amalgama entre los ejercicios de violencia psicológica (generalmente secundaria:
imposición de pensamientos y análisis de los adult@s, sin referencia a una terceridad, en donde deberían primar o facilitarse los de los niños) que se dan sobre algunos  niñ@s y los abusos sexuales que otros padecen; unificando todo en el mecanismo "alienador de
las madres y la alineación que provocan en los hijos, con la consiguiente exclusión de los padres". Describe cómo "lógicamente" deberían actuar los niños, si no
fuesen "programados" y como lo hacen al serlo, sin considerar los mecanismos de defensa propios de los seres humanos y las posibilidades metabólicas de los niños frente a situaciones con potencialidad traumática o más bien teniéndolos en cuenta para "demostrar" que todo niño que no responde cual si fuese producto de una racionalidad de ajedrez, "fue
alienado". Obviamente, sin preocuparse de establecer una relación entre que sucedería con el psiquismo de un niño sometido a una crianza bajo los efectos de tal "alineación materna" como la que proponen (probablemente, más allá de las singularidades, habría una epidemia de niños psicóticos o con graves déficit narcisísticos),  que no sea otra que la exclusión del
padre.
Este resumen esquemático, no deja de reflejar la peligrosidad del SAP, porque sus “fundamentos" son sintónicos con el patriarcado como ideología dominante; y porque son tranquilizadores frente a la potencial crueldad de los seres humanos, facilitando la negación (la toma de noticia pero no de conciencia) ante lo siniestro (lo familiar que se torna
repentinamente terrorífico). El servir como argumento para la negación frente a lo siniestro, y el brindar respuestas sencillas a problemáticas complejas le otorga un potencial de convicción estremecedor.”

Solo a título informativo les cuento que Richard gardner se quitó la vida en el año 2003 pero sus teorías están en franco proceso de crecimiento.

Hablábamos al principio de nuestra listas y foros. Comparto con Uds. un fragmento de un mail que envié hace unos días donde decía “Nuestras listas y foros tienen muchos amigos y algunos enemigos y hay que hacerse cargo porque como diría Freud "no se puede convocar a los demonios y retroceder espantados ante su presencia".
Psicología y Niñez y Ética y Psicología molestan a mucha gente. No siempre se cosechan elogios en la denuncia del maltrato y abuso sexual infantil o la violencia contra la mujer. Tenemos compañer@s amenazad@s y otr@s concretamente agredid@s, algun@s judicializad@s y otr@s sometid@s a procesos de investigación por los colegios que deberían defenderl@s.”

No es fácil trabajar en el tema pero es necesario. Somos necesarios quienes lo venimos haciendo y es imprescindible que Uds. se sumen, los que aún no lo hicieron. Se trata, una vez mas de trabajar desde donde cada uno ha elegido, y con las herramientas que corresponde a cada quien para volver a dibujar las sonrisas de tantos niños y niñas que las han perdido en medio de su crianza. Ya no es tiempo de lamentos sino de construcción

Dice Joan Manuel Serrat:

 

Padre

Rio Jertedígame qué

le han hecho al rio

que ya no canta.

Resbala

como un barbo muerto

bajo un palmo

de espuma blanca.

Padre

que el rio ya no es el rio.

Padre

antes que vuelva el verano

esconda todo lo que está vivo.

 

Padre

La Serenadígame qué

le han hecho al bosque

que ya no hay árboles.

En el invierno

no tendremos fuego

ni en el verano

sitio donde descansar.

Padre que el bosque ya no es el bosque.

Padre

antes de que oscurezca

llene de vida la despensa.

Sin leña y sin peces, padre

tendremos que quemar la barca,

labrar el trigo entre ruinas, padre

y cerrar con tres vueltas la casa

y digame usted...

Padre

si no hay pinos

no habrá piñones

ni gusanos, ni pajaros.

Padre

donde no hay flores

no hay abejas,

ni cera, ni miel.

 

Padre

Valle de Ambrozque el campo ya no es el campo.

Padre

mañana el cielo llorará sangre

El viento lo canta llorando.

Padre

ya están aquí

monstruos de carne

con gusanos de hierro.

Padre

no tenga miedo

y diga que no

que yo le espero.

Padre

que están matando la Tierra.

Padre

deje ya de llorar

que nos han declarado la guerra

 

Muchas gracias. Tengan buenas noches!!!

 

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mayo 15 de 2006