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Mayoría de Edad (agencia TELAM)

 

El reconocimiento de derechos plenos a los 18 años no es meramente la legitimidad formal de algo que ya se ejercía y si bien no es posible hablar de un impacto uniforme, no hay duda que cada familia va a sentir en lo inmediato los efectos de la flamante legislación.

La misma ley que garantiza todos los derechos a partir de los 21 años se ve obligada a reconocer que la contraparte no es similar ya que por cuestiones sociales millones de jóvenes no van a poder asumir a pleno sus responsabilidades.  Jóvenes desocupados, o impedidos por razones atendibles para sustentarse económicamente seguirán gozando del deber que alcanza a sus progenitores de cubrirles dicha carencia. Planteado con crudeza, la misma ley que les plantea a estos que ya no podrán regir los destinos de sus hijos hasta los 21 años sostiene el deber de asistirlos en lo económico.

Quienes han salido a criticar este aspecto de la norma sostienen preceptos de autoritarismo, rigor y sumisión en el funcionamiento familiar donde la generosidad debería ser la norma que deviene en salud familiar. Se pretende entonces que se resigne libertad y se funcione con obediencia allí donde otro es el que circunstancialmente colabora en el sustento.

En las familias de conflictiva constante y latente entre adolescentes y adultos, esta puesta en orden potenciará las diferencias si no son adecuadamente procesadas, aunque insisto en la función pedagógica que impone mecanismos solidarios donde están ausentes.

Es cierto por otro lado que la misma norma reconoce que se está legislando para situaciones donde el estado no ha recreado aún las condiciones óptimas para el ejercicio de los derechos reconocidos, cuestiones que reclaman empleo pleno y becas para estudios, generalizadas y de fácil acceso.

En una lectura judicial mas fina, en relación a los deberes no trae esta ley nada demasiado nuevo ya que el concepto de abandono reconoce la necesidad familiar de asistir a aquel que esté en situación de dificultad, tuviere la edad que tuviere…pero nunca está demás el reconocimiento pleno de derechos para nuestra juventud.

 

Jorge Garaventa