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El Recuerdo que Tendrás de Mi Será Horroroso

Algunos Aportes en el Margen Sobre Femicidios

Jorge Garaventa

 

Que los medios no estén reflejando en tapa su incidencia, que la última marcha de #niunamenos haya sido, aunque masiva, sensiblemente inferior a la convocatoria del 3J, no implica ni que los femicidios hayan dejado de ocurrir, ni que estemos ante un plan inmediato que apunte a su necesaria erradicación.

La presencia de Fabiana Tuñez como Directora Nacional de la Mujer es un hecho auspicioso. Ex Coordinadora de “La Casa del Encuentro”, la ONG que tuvo la virtud de visibilizar a lápiz y papel las cifras que se desprendían de los diarios, llega con lauros a una gestión que en CABA balanceó negativamente, no sólo por no propiciar políticas públicas en beneficio de la mujer sino porque además lleva sobre sus espaldas como la acción más contundente el cierre del Programa de Atención a las Víctimas de Violencia Sexual.

Lo cierto es que como cierre del año y previo al ballotage, la flamante Directora desde su ONG, la Corte Suprema de la Nación y el Gobierno Nacional pudieron exhibir sendas encuestas sobre ocurrencia de femicidios, resultados bastante escasos si se quiere, ante la contundencia de la movilización del 3J y del 25N, pero por sobre todo del aparente crecimiento de la tasa de asesinato de mujeres.

Las políticas públicas son imprescindibles, y ante el cambio de gobierno, (tampoco lo hubo antes), no parece haber un organismo que esté pensando o aplicando idóneamente políticas de prevención.

Insistiremos, antes de avanzar, que el mentado pretexto de la falta de presupuesto no tiene absolutamente nada que ver con la disponibilidad en las arcas del Estado ya que lo que se necesitaría como erogación no mueve la aguja del presupuesto. Estamos entonces hablando de decisiones políticas que nada tienen que ver con lo económico. Decisiones de las cuales los gobiernos idos y por venir deberán hacerse cargo, y que está en cada uno de nosotros visibilizarlas.

Cuando los reclamos se hacen urgentes e ineludibles las administraciones suelen crear organismos, nombrar funcionarios o sancionar leyes. Pero cuando no hay convicción no se crean las condiciones necesarias para la ejecución de las mentadas políticas públicas. Allí aparecen las carencias presupuestarias que en términos modernos podemos llamar desfinanciación intencional de supuestas convicciones políticas.

De lo que hay en funcionamiento, poco y nada contribuye a la prevención y erradicación del femicidio.

Los resultados a la vista de algunas intervenciones, fundamentalmente judiciales, reclaman correcciones y refuerzos sin los cuales la idoneidad está entre paréntesis. Hemos señalado en varias oportunidades que es absolutamente insostenible que esté a cargo de la víctima el sostén y cuidado del cumplimiento de la restricción de acercamiento de los agresores. Como ejemplo extremo conocemos al menos tres casos donde la víctima muere a manos del denunciado, intentando accionar el botón antipánico. En otras oportunidades la falta de formación o la evidente complicidad ideológica del personal policial que acude ante el llamado de la mujer, hace que se pierda la oportunidad de evitar nuevas agresiones o un nuevo asesinato.

“dejate de joder, no te cagues la vida, andate a tu casa, ninguna mujer vale tanto”; “no le des pelota, no pasa nada, quedate tranquilo, hoy estas denuncias están de moda”. Estas frases figuran en dos causas. En la primera el femicida simuló retirarse y volvió minutos más tarde, en la segunda, pronunciada por el agente a cargo de comunicar la restricción minimizó automáticamente el efecto de la medida. Ambas situaciones terminaron con el asesinato de las mujeres.

Por otro lado, las medidas complementarias a las cautelares que establecen la restricción perimetral brillan por su ausencia. La medida, bien aplicada, apunta a proteger a la víctima y establecer un hiato que debería devenir en un proceso de calma reflexiva por parte del victimario. La denunciante se marcha de sede judicial con un botón antipánico en su cartera, (cuando hay stock), y una tremenda responsabilidad de autoprotección sobre sus espaldas.

Sobre el denunciado la cuestión es distinta. El único contacto, salvo excepciones, es la comunicación policial sobre las decisiones del juez. Violento e impune por excelencia, deambula con gárgaras de rabia en crecimiento, sin ningún tipo de contención ni restricción real de sus libertades, y hacia un final que todos conocemos.

Cuando una mujer realiza la denuncia sobre violencia machista, la evaluación de riesgo se hace en torno a sus dichos, sensaciones y el grado de ansiedad que perciba quien tenga a cargo la entrevista. Así es que hemos visto en algunos expedientes evaluar como de bajo riesgo situaciones que luego terminan en femicidio, como fue el caso de Claudia Schaefer que fuera asesinada por su ex marido en el country de Pilar luego de que se dejara sin efecto la restricción perimetral.

Como ocurre en países europeos, en simultáneo con la recepción y procesamiento de la denuncia se debería proceder a la evaluación psicológica del denunciado para establecer efectivamente el riesgo existente. También un equipo interdisciplinario debería expedirse acerca de la restricción o no de la libertad, restricción que debería ser automática en el caso de agresión física, amenazas contundentes y probables de ejecución, y ruptura de los límites perimetrales.

Si decimos que la mujer que padece violencia está atrapada en un círculo del que no puede salir sola y es necesario un tercero que accione, los fiscales deberían estar instruidos para propiciar la acción penal en situaciones de riesgo y gravedad, independientemente de la aturdida voluntad de la denunciante que en general ha debido sortear potentísimas resistencias internas para hablar en sede judicial.

No bastan los psicodiagnósticos que a posteriori se suelen ordenar. Es necesario actuar de inmediato e intensamente con el potencial femicida en medidas de contención como grupos de reflexión para hombres que ejercen violencia y procesos terapéuticos y diagnósticos de concurrencia frecuente, aún en circunstancias de detención.

En general no son recibidas con simpatía las acciones que apuntan a la contención psico sociológica de los agresores de mujeres, sobre todo porque se dice que la efectividad es baja. Esta afirmación es cuestionables ya que las experiencias son escasas y poco sistematizadas. Pero si fueran ciertas podemos decir que más grave es no intentar nada y perder lo recuperable.

Lamentablemente seguimos actuando detrás de los hechos, tratando de frenar la violencia una vez desatada. Vamos a seguir insistiendo en que se hace imprescindible la aplicación inmediata de programas de educación desde los primeros estamentos, que cuestione los estereotipos de género, que ponga en foco y en crisis las crianzas para el privilegio y la humillación, que eduque en la convicción de que es posible vivir, crecer y convivir sin violencias y que destierre definitivamente los celestes y los rosas que han pintado tantos cuadros con el color de la desigualdad y la muerte.

Diciembre de 2015…a quién corresponda.