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La violencia instalada

(diario Crítica de la Argentina)


Jorge Garaventa (Psicólogo)



 

El acento en la inseguridad cotidiana no debería enceguecer una mirada mas profunda. La violencia ha venido a instalarse entre nosotros y parecería apoltronada en el living de la sociedad que no acierta ni a hacer un análisis mas preciso y mucho menos a bosquejar políticas adecuadas. Es cierto que hay menores de edad delinquiendo y que pueden llegar a perpetrar los crímenes mas condenables, pero no son hoy por hoy los únicos, ni siquiera los mas osados portadores de las violencias que habitan las calles. En todo caso los crímenes como el de Lanús denuncian gravemente la falta de políticas sociales y judiciales para encarar de fondo una solución que dista enormemente de ser policial o carcelaria. Mucho menos, y no vamos a volver a lo que ya se ha demostrado universalmente, pensando en que la aniquilación de quien comete el delito soluciona el tema. No pasa por fumigar o extinguir. No se acaba la rabia con la muerte del perro ya que las causas se han diversificado enormemente, y quienes tienen el deber de pensar soluciones  e implementarlas están tan perdidos en el juego de candidaturas y testimonios que finalmente la violencia le estalló en las manos.

Decimos, afirmamos, demostramos, que la violencia se aprende. Y hablamos de las violencias, pluralizamos, con el afán de destacar que las causas son diversas.

Un incidente de tránsito que se resuelve a los tiros no es lo mismo que el hecho que describimos antes. Esto habla de gente violenta y crispada, a punto tal que finalmente fracasan todas las barreras de contención social que era menester construir.

Hay razones sociales y psicológicas que llevan a la gente al estallido individual. Pero el estallido responde a una forma aprendida de resolver las diferencias, avasallando al otro hasta el exterminio. L económico social, la sensación política de estafa e impunidad colabora. Si no hago justicia por mis propias manos este individuo seguirá circulando impune.

Hay una sensación de que quienes tiene que ejercer reparaciones simbólicas no están a la altura de la circunstancia. Si los legisladores no legislan, si la justicia no juzga, si las leyes no amparan, queda todo en mis manos.

Lamentablemente se busca la solución de los hechos consumados, se busca hacer andar el tren desde el furgón de cola. La violencia no se erradica con más represión. La violencia y la represión posterior son el fracaso de la educación y de las instituciones de la sociedad encargadas de mediar para lograr una convivencia civilizada.

No es con la vuelta del autoritarismo, ni familiar ni social, ni mucho menos gubernamental. La solución es un serio trabajo en pro de erradicar en primera instancia la educación golpeadora y la violencia  como método de corrección. Es un trabajo de toda la sociedad. Esta bien juntarse, expresarse, reclamar..exigir. pero esta exigencia debería incluir un pensamiento inclusivo social y un análisis de cada uno hacia las propias violencias de las que luego nos horrorizamos.

Cuando ante lo que está ocurriendo logremos atravesar el exabrupto y desembocar en un pedido de políticas educativas y sociales y exijamos esquemas terapéuticos y de reinserción social para quien comete un crimen, estaremos pasando a la mayoría de edad como sociedad.

 
 

18 de abril de 2009