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Voto de Jorge Garaventa en el Tribunal de Pensamiento Contra Delitos de Lesa Sexualidad




Señor presidente, compañeros del tribunal, demás miembros de las distintas
instancias del tribunal y público: yo voy a retomar por un momento algunos
aspectos de las solemnidad, porque me gustaría que todos nos fuéramos
habiendo incorporado este formato que el Seminario Marplatense de
Psicoanálisis Implicado pone a disposición de todos, formato que deberá
profundizarse, deberá mejorarse pero que sería bueno que se fuera repitiendo
en distintos lugares del país.

Probablemente se diga entre otras cosas que este tribunal ha sido una
ficción por varias cosas, entre otras porque se supone que había una fallo
previo condenatorio. No fue así ya que el fallo ha sido trabajosamente
construido. Las instituciones acusadas han gozado, como han visto, de un
admirable ejercicio de la defensa, y si así fuera de cualquier manera no
sería tan grave como dicen los que dicen que ocurrió con el fallo Melo
Pacheco que algunos insisten en que fue redactado en una oficina de
postgrado de la universidad marplatense, de la carrera de psicología. Dicen
los que dicen. De cualquier manera hay una cuestión que a mi me gustaría
plantear.Yo digo que venimos a rescatar adjetivos calificativos como parte
no enajenable del pensamiento vivo, porque si rescatamos adjetivos
calificativos podemos decir que lo que ha ocurrido hoy acá ha sido un
desfile del horror, pero lo más horroroso es que ese horror ha anidado en la
cabeza de muchos niños y niñas abusados. El abuso sexual infantil, no nos
vamos a cansar de decirlo, produce estragos irreparables en la mente de los
niños, en la psiquis de los niños, en la subjetividad si es que no se
realizan las tramitaciones adecuadas. El niño y la niña abusada llevan un
montón de mochilas, entre ellas está hoy de moda en la ciencias sociales
intentar hasta quitarles el derecho de ser víctimas con denominaciones que
tratan no sé si de invisibilizar pero por lo menos de ocultar un tanto la
gravedad del delito del que han sido objetos, entonces a veces se los
denomina sobrevivientes, a veces se los denomina ofendidos, cuando en
realidad estamos hablando de víctimas del abuso sexual infantil , víctimas
directas de la incursión de la sexualidad adulta perversa en sus vidas. El
estado y las organizaciones sociales que hoy hemos juzgado no garantizan lo
que deberían garantizar que es el abrigo y la continencia cuando un niño a
través de la palabra o de los síntomas pone en evidencia que ha sido víctima
de abuso, porque estas instituciones no garantizan como deberían hacerlo la
circulación de la palabra del niño para que ésta no se encapsule en la
psiquis y para que no encapsule en el cuerpo produciendo distinto tipo de
sintomatología física. Estas instituciones intentan frenar la posibilidad de
una reparación simbólica que significaría la condena de los abusadores.
Pensaba que una sociedad con niños abusados es una sociedad sin sonrisa, una
sociedad sonrisa es una sociedad muerta. Señor presidente es nuestro deber
restituirle la sonrisa a la niñez por todo esto coincido plenamente con el
fallo condenatorio. Muchas gracias.

 

Mar del Plata- Diciembre de 2008